Vivir sin medición continua de glucosa

El caramelo de la MCG

«Tengo mono», es la frase que solemos utilizar cuando detectamos dependencia sobre algo en nuestra vida. Actualmente podríamos decir que muchas comodidades nos generan ese «mono» o dependencia: ciertos aparatos tecnológicos, servicios, ayudas, avances en general… Y la diabetes no es ajena a ese aumento progresivo en las comodidades del que vamos gozando en nuestra sociedad según pasan las décadas. Ya he relatado en más de una ocasión que yo he conocido las insulinas de cerdo, la medición de glucosa en orina, los registros de glucemia en papel porque el aparato no tenía memorias… Hoy día, casi cualquiera de las mejoras que tenemos la echaríamos de menos si nos la quitasen de repente. Pero hay algo que en los últimos años ha experimentado un empujón tecnológico evidente y su uso se está extendiendo más por las enormes ventajas que ofrece a simple vista a todas las personas con diabetes. Algo de lo que mucha gente ha empezado a hablar y que aunque hasta hace poco era algo desconocido, ahora es término habitual usado en conversaciones entre personas con diabetes. Algo que en las charlas que he podido dar ha salido sistemáticamente preguntado por alguno de los asistentes, fuera cual fuera el tema de la charla. Me refiero a la medición continua de glucosa (MCG). Muchas personas la habíamos podido probar a lo largo de estos pasados años y cada día son más las que han conocido lo que implica la monitorización continua de nuestra glucosa. Y ciertamente es importante, porque al final es el único parámetro de control que tenemos en la gestión de nuestra diabetes. Por tanto, vigilar esa variable tiene ventajas evidentes y utilizar un medidor continuo de glucosa es un cambio radical con respecto a la forma de gestionar la enfermedad. Yo visualizo las potencialidades de la medición continua de glucosa como un caramelo que has probado y te ha gustado. Pero… ¿qué ocurre si a un niño le dan un caramelo y a continuación, se lo quitan? Nosotros -a diferencia del niño- probablemente no lloraríamos por perder nuestro «caramelo» (bueno, puede que más de uno sí), pero sufriríamos otras consecuencias. Hoy quiero reflexionar sobre esto.

GlucochekII, medición por tiras reactivas del siglo pasado
Cuando los dinosaurios dominaban la tierra, aparatos como el Glucochek II eran la modernidad, como lo son ahora los medidores continuos de glucosa.

Vivir ciego

En septiembre de 2014 tuve la suerte de ser una de las primeras personas en España en probar el FreeStyle Libre de Abbott. Pero no era mi primera experiencia con la MCG, pues ya había estado testando el antiguo sistema de microdiálisis Glucoday de Menarini, el Dexcom Seven o el sistema de medición Guardian de Medtronic. Y actualmente acabo de terminar unas pruebas durante dos meses con el Dexcom G4. Y ha sido a partir de mis pruebas con el Libre y el Dexcom G4 cuando he podido generar una sensación y experiencia de uso continuada con un sistema de MCG. Por tanto, podríamos decir que desde septiembre del año pasado hasta ahora he estado usando MCG de manera más o menos continuada. Y ya puedo tener en mi cabeza el hábito creado de conocer en todo momento cuál es mi glucemia y lo que previsiblemente ocurrirá con ella en los próximos minutos. También en estos meses he podido experimentar varias veces lo que supone quitarse un sensor y no volverse a poner nada, pasando de la vigilancia continuada a una puntual con mediciones de glucosa en sangre. Para mi, es un tránsito que podría comparar con el paso de la visión normal a la ceguera casi completa. Quitarse un sistema de medición continua de glucosa es para mi, pasar a estar ciego. ¿Por qué?

  • La medición continua te permite lo más obvio; conocer tu glucemia. Y por tanto, te da el control de la situación que no tienes cuando no sabes tu glucemia y debes enfrentarte a múltiples situaciones cotidianas. Psicológicamente, el MCG multiplica por 454.682 tu calidad de vida. Eso es contundente e irrefutable. Para mi, la gran ventaja obvia y una de las cosas que ya por sí sola podría justificar la inversión para determinadas personas. Si perdemos ese control, volvemos a la incertidumbre, al no saber. A tener que entrar a una reunión y ver un 100 en el medidor capilar, y no saber qué va a ocurrir con esa glucemia en los minutos posteriores.
  • Ver nuestra glucemia de modo continuo permite aprender. El volumen de datos que proporciona es abrumador. Y conocer así el comportamiento de los alimentos que ingerimos en las comidas. Saber la curva que dibuja un plato de paella o uno de arroz blanco es una lección de educación diabetológica impagable. Ver cómo se comporta nuestra glucemia cuando comemos verduras en menestra o cuando las comemos albardadas o en tempura permite aprender sobre la marcha. Incorporar info a nuestra «base de datos» de la diabetes que tenemos en la cabeza. Ningún curso de dieta en diabetes podrá acercarse ni de lejos al volumen de información que puede ofrecernos a diario un medidor continuo de glucosa. Prescindir de toda esa información que redunda en un mejor ajuste de nuestra pauta en insulina o pastillas podría parecer a simple vista, un suicidio. Implica pasar del conocimiento al desconocimiento; de ver a no ver. Pero para ver esos datos necesitamos un paquete previo de conocimientos.
  • El gran handicap o limitación de la diabetes en el día a día es la hipoglucemia. Un MCG permite anticiparse a ella al ver en su pantalla la curva que está describiendo nuestra glucemia durante los minutos previos. Evitarla es sencillo. Sin el medidor continuo, sencillamente no las podemos evitar porque cuando nos medimos la glucemia, generalmente es para confirmar la hipoglucemia. Del mismo modo, con un medidor continuo de glucosa podemos evitar las hiperglucemias con mucha más facilidad y anticipación. Nuevamente es como comparar la noche y el día. Pasar de ver a no ver.

Hay más motivos que justifican esa analogía con la que explico el paso de la medición continua de glucosa a la medición capilar puntual, pero estos son sólo algunos de los principales. La diabetes es una planificación continua. Una persona con diabetes es un auténtico calculador. Debemos tener en cuenta absolutamente todos nuestros movimientos, porque así lo exige «Ella», como ya expliqué hace más de un año en esta entrada «La diabetes es alemana«. Y medirse seis o siete veces al día nos da una visión limitada y parcial. Eso en el mejor de los casos, porque además a muchas personas se les racionan las tiras reactivas. Ni comento el medirse tan sólo 3 veces al día como nos piden muchos porque para un tipo 1 eso me parece un insulto; no somos robots con todos los días iguales. Por tanto, medirse con tiras reactivas nos da una visión tan limitada y parcial de la situación que a día de hoy, comparándolo con la medición continua, es casi hasta inaceptable. Algo así como si tu coche sólo tuviera una ventanilla delante y hubiera en el mercado otro modelo que dispusiera de acristalamiento por todo el coche, además de espejos retrovisores, detectores de ángulo muerto, radar de proximidad, aviso de cambio de carril y cámaras de vídeo traseras con ayuda al aparcamiento. ¿Qué debe ocurrir para que quede demostrado que ese segundo coche es la opción recomendable para todos? ¿Qué hay que hacer para que esas mejoras que permitirían reducir drásticamente los accidentes de coche, puedan llegar a todos los conductores? Esa sensación me queda a mi cuando a día de hoy veo a unos pacientes que seguimos usando la limitada medición capilar de glucosa, teniendo ya disponible la medición continua y el brutal salto cualitativo que implica.

[Tweet «El caramelito de la medición continua de glucosa #diabetESP «]
Una vieja máquina de escribir sería la analogía con la medición por tiras reactivas de glucosa capilar
¿Podríamos hacer un trabajo con una vieja máquina de escribir? Sí, pero sin las enormes ventajas que nos da un ordenador. Pues con esta máquina es como quieren que hagamos nuestros trabajos. ¿Hasta cuándo? (Imagen: Teresa Wilde)

¿Se puede vivir sin esta tecnología?

Evidentemente sí. Del mismo modo que yo he podido vivir algunos años sin televisión de alta definición, sin smartphone o sin detector de distancias para el aparcamiento en el coche. Desconozco el índice de penetración de la medición continua de glucosa entre los pacientes con diabetes tipo 1 de España (aunque me gustaría saberlo). Pero aunque ha crecido en los últimos años, seguirá siendo muy reducido. Al igual que la tasa de conocimiento de esta tecnología que aunque parezca que no, sigue siendo bastante desconocida por parte de muchas personas con diabetes. Y por eso muchos de los que viven con la medición de glucosa capilar con tiras reactivas desconocen la diferencia que podría implicar el mayor control que permite la medición continua. Pero ¿a qué precio (en cuanto a posibles complicaciones futuras derivadas de un peor control) se puede vivir con un ojo tapado disponiendo de la posibilidad de ver por ambos ojos en visión estereoscópica? ¿El hecho de poder vivir sin ello debe ser suficiente como para sentarse y esperar? ¿Puede el paciente con diabetes presionar de alguna forma para acelerar o impulsar los pasos necesarios para que esta tecnología se popularice y masifique como medida estándar de control? Creo que -al igual que ha sucedido en otros temas- el paciente tiene mucho poder y puede debe hacer lo que pueda para impulsar tecnologías como esta que pueden permitirle un mejor control de su diabetes. Aunque no una petición de cualquier modo, como ya comenté hace tiempo en este blog en lo relativo a la petición del Libre en Change. Ni tampoco como ha hecho hace escasos días la Alianza General de Pacientes pidiendo a la Administración la financiación de los «sistemas flash de glucosa» (¿Para qué esa metonimia? ¿Por qué no dicen directamente FreeStyle Libre y nos aclaramos todos?) con unos argumentos que en algunos casos, valen también para otras marcas con MCG y que curiosamente, no solicitan, al igual que el particular que inició la petición de Change. Por cierto, recomiendo leer el post de Dani Royo sobre esta -llamémosle- «particular» petición de la Alianza General de Pacientes.

Es cierto que faltan aún más datos en forma de estudios independientes, comparativas fiables, y quizá también una mayor exactitud y consistencia en los resultados de la medición intersticial, y nuestra presión puede acelerar no sólo a la Administración, sino también a la industria. De momento, comienza a haber algún estudio como este, que pretende medir la mejora de la gestión de la diabetes en personas tipo 1 con multidosis y sistema de medición continua de glucosa. Pero aún con todo, a día de hoy es un sistema que puede permitir (con los conocimientos adecuados) un mayor control en la gestión de la diabetes, del mismo modo que cuando yo mismo viví el paso de la medición de glucosa en orina a la medición en sangre mediante tiras reactivas. ¿Era justificado mantenerse entonces con la medición en orina por su menor precio de compra? Es evidente que las mejoras tecnológicas aplicadas a la medicina y la salud acaban llegando sí o sí al paciente, pero nuestro derecho como pacientes es hacer lo posible por impulsar ese cambio de etapa y entrar en esa nueva manera de gestionar nuestra diabetes. La pregunta es entonces: ¿la monitorización continua de glucosa mejora el control de la diabetes? Si lo hace… ¿a quiénes o a qué tipología de paciente? ¿En qué medida permite mejorar el control? ¿Con qué características? ¿A qué precio? Yo no tengo estas respuesas, pero me temo que son la clave para que esta tecnología llegue a ser masiva. Pero siempre he tenido claro algo en este tema: que una buena base educativa es clave para sacar a un medidor continuo de glucosa todo su jugo y poder mejorar tu diabetes. En mi caso por ejemplo (considero que tengo esa base de conocimientos) el uso de la MCG redujo mi hemoglobina glicosilada casi medio punto. ¿Casualidad? ¿Fruto de un mayor control por la exhaustiva vigilancia a la que sometía por entonces al sistema de medición que estaba testando? Podría ser ¿Es un resultado extrapolable a todo el mundo? Aquí se abre otro debate: el uso que se le de (o se le sepa dar) a esta tecnología. Y si la MCG se extiende, creo que habría que plantearse un pack indivisible «medidor continuo-educación». El problema es que la medición continua no está soportada a día de hoy por el SNS español. Por lo que… ¿esa formación quién la imparte? Creo que industria y sistema sanitario podrían colaborar juntos en este tema. Y creo que a día de hoy, inundar el mercado con aparatos a los que mayoritariamente no se les saca partido (y por tanto, a priori no sirven para mejorar la diabetes) es como proporcionar microscopios electrónicos a la población. ¿Nos permiten ver alguna curiosidad como un ácaro del polvo de nuestra manta o unas células de la piel? Sí. ¿Es divertido? probablemente. ¿Qué utilidad real le sacamos no teniendo una profesión relacionada con estos dispositivos? ninguna.

Tener un medidor continuo de glucosa no implica sacarle partido a todas sus posibilidades
Un tema interesante: el uso de la MCG no implica necesariamente el conocimiento ni el aprovechamiento de sus enormes posibilidades (Imagen: Gerd Altmann)

Potencia sin control

En los últimos meses, en las muchas conversaciones que he podido tener con personas hablando de la medición continua de glucosa MCG, he procurado dejar siempre clara una cosa que también he escuchado a otras personas muy instruidas y referentes en diabetes, como el ya mencionado Dani Royo. Una medición continua es un aluvión de datos, pero si no sabes interpretarlos o sacarles partido, no estarás aprovechando el potencial que te ofrece esta tecnología y por tanto, es más difícil que esta tecnología te sirva para mejorar tu diabetes. Sé que muchas personas quieren un medidor continuo por una mera cuestión de ganar calidad de vida. Y lo entiendo totalmente. Desde el primer momento yo describí en mis artículos que la principal e inmediata ventaja de este sistema es el aumento de la calidad de vida. Pero a quienes sólo se queden en ese objetivo no puedo evitar invitarles a implicarse un poco más e intentar convencerles de que vean esos números como la clave que alberga en su interior la manera de controlar mejor su diabetes. «Todo está en los números», como decían en una película. Un medidor continuo de glucosa es un instrumento muy poderoso en cuanto a posibilidades, pero como decía un spot de neumáticos hace años «la potencia sin control no sirve para nada». Aquí no podemos decir que no sirva para nada, porque como mínimo, ganas calidad de vida y paz mental, pero creo que merece la pena meterse un poco más y sacar tajada a la información que este pequeño sensor nos va regalando varias veces por hora.

También las bombas de insulina entran en escena

Por supuesto, las nuevas tecnologías que hibridan la bomba de insulina con la medición continua de glucosa son también un salto cualitativo importante (diría que importantísimo). En España (en Estados Unidos hay más opciones), estamos asistiendo a una importante evolución en estos aparatos de infusión continua de insulina a cargo de dispositivos como la Animas Vibe integrada con Dexcom o la «semi-inteligente» 640G de Medtronic. En cuanto a esta última, sus procedimientos automatizados en la gestión de hipoglucemias (y supuestamente a partir del año que viene también en hiperglucemias) pueden permitir una mejor gestión de la diabetes sobre un aparato que hasta ahora, era simplemente una caja tonta a la que había que decir en todo momento qué y cómo proceder.

Por qué camino seguir

Probablemente estamos asistiendo al comienzo del fin en la medición de glucosa mediante tiras reactivas en sangre capilar. Desconozco cuánto durará. O por cuánto tiempo coexistirá con la medición continua intersticial. Desconozco incluso si otra tecnología de lectura podrá llegar de repente a revolucionar nuestra manera de controlar la diabetes. Pero por lo que he visto hasta ahora, tenemos el avance suficiente en la medición continua de glucosa como para empezar a dar el salto. Y para ello necesitamos que la Administración y el Sistema Sanitario empiece a ser «curioso» e indague sobre toda la útil información que muchos pacientes tenemos ya de nuestra diabetes gestionada con MCG. Quiero que nos pregunten, nos estudien, nos analicen. Quiero que vea si realmente este volumen de usuarios usando esta tecnología mejora nuestra diabetes, cuánto la mejora, cómo la mejora… o si la mejora. Quiero que mida -bajo los lógicos parámetros de calidad- si dotando de herramientas al paciente (por ejemplo, impulsando la educación diabetológica en ciertas áreas como la relativa al autocontrol de pautas y a la dieta por raciones) se puede conseguir que personas con MCG mejoren sus cifras medias y por consiguiente, reduzcan drásticamente las posibilidades de complicaciones y de gasto sanitario en un futuro. Quiero saber si empoderando a un paciente con MCG puede mejorar el control de su diabetes. Actualmente la diabetes viene a suponer alrededor del 15% del gasto sanitario en España. Y reducir ese gasto pasa también por invertir algo en otro lado. Me apuesto lo que sea con quien sea que cualquier euro invertido en prevención de la diabetes tendrá un beneficio mayor a futuro. Y creo que la MCG es clave en este futuro.

Personalmente, no quiero seguir midiéndome seis, siete u ocho veces al día sin tener la más mínima idea de lo que ocurre en las 23 horas restantes. Me han dado un caramelo y me gusta su sabor. Pero quiero más. Si tú aún no lo has probado… quizá sea mejor que no lo pruebes, porque su sabor es increíble y a buen seguro, te encantará, haciéndote recordar aquel viejo eslógan de un spot de patatas fritas: «¿A que no puedes comer sólo una?»

¿Qué opinas sobre las posibilidades de esta tecnología? ¿Estamos asistiendo a su boom o aún le queda por mejorar? ¿Crees que es hora de impulsarla, de promocionarla, de estudiar si supone mejoras más allá de lo evidente?

Imagen de portada: Ben Kerckx