Reflexiones de fin de año

Por fin se acaba el año. Un annus horribilis desde todo punto de vista. Si me preguntaran cómo resumiría este 2020, diría simplemente que ha sido un año que no olvidaré nunca. Y no precisamente por un bonito recuerdo. Una contundente, pero acertada definición de 365 días de absoluta locura más parecida a una peli postapocalíptica que a la realidad. Una suerte de pesadilla muy real e insistente que parecía algo anecdótico en un principio y que finalmente se extendió con la facilidad del virus que es. Muchos pensábamos que todo pasaría en pocos meses. Que no adquiriría semejantes proporciones. Hoy, todos tenemos claro que el 2020 ha sido tan sólo el comienzo, aunque esperemos que comienzo del fin. Una pesadilla que nos va a acompañar años. Que las mascarillas llegaron para quedarse. Que las restricciones también. Que los eventos presenciales no los veremos en un tiempo. Que muchas cosas van a cambiar desde ahora en las relaciones sociales. Sin duda, 2020 ha sido lo que se dice un año diferente. Malo; muy malo. Para olvidar. Son muchos los que han caído y muchos más aún los que van a quedarse por el camino. Las cifras diarias de muertos en cada país ya no nos impresionan. Ni siquiera las cifras globales. Los humanos nos acostumbramos a todo para sobrevivir. Nuestra cabeza debe encajar cualquier golpe y aparcarlo cuanto antes para poder seguir funcionando y no colapsar. Ya sea una pandemia, un diagnóstico de diabetes, la pérdida del trabajo, un desamor, una muerte próxima… Nuestra cabeza es una superviviente nata. Y este año la hemos puesto a prueba. La pandemia más los problemas que cada uno ya arrastraba y con los que debía intentar conciliar el sueño cada noche. Un auténtico reto para nuestras mentes. Personalmente para mi ha sido -un año más- un período complicado por este y otros asuntos. Además, como ya sabemos, el cerebro siempre tiene un área reservada para la diabetes, de la que no podemos desconectar nunca. Sin embargo, (y en esto estoy orgulloso) mi diabetes ha estado bajo control a pesar de las circunstancias. Un tema que quiero recordar…

La cabeza en su sitio también en la pandemia

Ni siquiera durante el estricto confinamiento de marzo se vio demasiado alterada. De hecho, ni gané peso, algo muy común por entonces. Perdí más de dos kilos por mi autocontrol a la hora de comer. Pero en resumen, a lo largo de este año loco mi diabetes ha seguido estando en lo que yo considero bajo control. Y eso es toda una recompensa porque demuestra mi buen trabajo en esta tarea tan profesional pero no pagada y tan dura que es la gestión de la diabetes. Y cuando digo que este año mi diabetes ha estado en lo que yo considero bajo control es porque cada uno debe marcar qué es una diabetes bien controlada para sus circunstancias, pero siempre manteniendo un equilibrio razonable entre dedicación y calidad de vida. Como he dicho algunas veces, hace ya unos cuantos años empecé a darme cuenta de que mi dedicación para la enfermedad se estaba convirtiendo en excesiva. Hipervigilancia, obsesión, pérdida de calidad de vida… No hizo falta que nadie me lo dijera. Yo me di cuenta y decidí poner freno. Busqué un equilibrio. Nivelé la balanza, que estaba claramente desequilibrada hacia la dedicación en detrimento de una vida más normal y plena. Y lo logré. Establecí yo mismo el nuevo statu quo, y le dije a mi cabeza las nuevas órdenes que debía cumplir. Y lo mejor de todo -y esto es realmente importante- esa reducción de la dedicación no supuso la más mínimo merma en el control de la diabetes. O sea, disminuí la dedicación manteniendo el control. Objetivo conseguido. Desde entonces, procuro mantener en todo momento la cabeza bien fijada en esta directriz primaria grabada a fuego en mi memoria ROM. Pero… ¿se puede vivir cómodamente con diabetes sin obsesionarse con ella ni tener que estar todo el maldito día mirando el medidor continuo, tocando ajustes de la bomba o alimentándose a base de verduras cocidas en su propio caldo? Sí.

En primer lugar, hace falta quererlo. Parece una perogrullada, pero muchas veces no queremos hacer algo aunque nuestra boca esté diciendo que sí. Si no estamos convencidos de que la diabetes nos permite hacer lo que queramos y vivir con una cabeza más despejada, no podremos conseguirlo. Hoy disponemos de un arsenal tecnológico y médico impensable hace años. Con ello, las posibilidades de control se disparan, aunque también lo hacen (y este es el lado oscuro) las posibilidades de que nos obsesionemos con un control irrealizable y perdamos toda calidad de vida en busca de una perfección que por cierto, no va a llegar. Y si esto sucede, lo que obtenemos a cambio es una esclavitud absoluta de la que no serás consciente y que sólo se verá desde fuera por parte de quienes te rodean. Creo que voy a empezar a mostrar en mis charlas gráficas de glucemias de personas sin diabetes, a ver si así consigo que más de uno entienda que ciertos picos puntuales a lo largo del día son normales. Que entiendan que lo que importa es la HbA1c, y tras ello el tiempo en rango TIR, la variabilidad, el número de hipoglucemias… La diabetes es algo así como centrarse en la macroeconomía, en las cifras globales, en el todo. Y no centrarse tanto en la microeconomía, en el minuto, en cada segundo. Que entiendan que la perfección es más propia de las películas que de la realidad. Que la diabetes es una carrera de fondo. Que intentar mantenerse en cifras rayanas a la hipoglucemia y glicosilada de no diabético no ha demostrado en los estudios que evite complicaciones más que alguien con un punto porcentual por encima, sino que aumenta exponencialmente las posibilidades de obsesión, de hipoglucemias intensas, de merma de la calidad de vida. Alguno me dirá… «tú métete en tus asuntos galácticos y déjame en paz, que yo controlo mi diabetes». Es cierto. Y eso hago. Jamás me leerás dando consejos terapéuticos ni «trucos» de la diabetes, ni nada parecido. Hablamos de algo muy delicado y es fácil resbalar y meterse en un charco, en terreno de otros, de profesionales de salud. La ayuda de un «par» o de alguien con lo mismo termina en un punto concreto, aunque a veces difuso en la Red. Pero volviendo al comienzo del párrafo, sólo quiero recordar que uno de los «inconvenientes» que se citaban cuando empezaron a popularizarse los medidores continuos de glucosa era la hiperdependencia; la obsesión. No pierdas nunca esa posibilidad, porque llega sin que te des cuenta.

Localizando en la Red la información adecuada

Desde 1986 que empecé con mi diabetes han pasado muchas cosas. He pasado por muchos momentos. He aprendido mucho. He intentado ayudar en la humilde medida de mis posibilidades. Y es increíble el poder de alcance que tiene hoy día la Red. Y dentro de ella, las RRSS. Qué fácil es aparentemente llegar a la gente. Qué fácil parece «comunicar» (y aquí meto a todos los que lanzan un mensaje, aunque eso no sea por sí solo comunicar). Qué sencillo es difundir algo. El problema es que no siempre se difunde lo más adecuado. Y yo siempre me he preocupado mucho por eso. Por el «¿esto que digo es realmente interesante? ¿Aporta de verdad?». Y muchas veces no he transmitido algo por esa autocensura de que en cuestiones de salud, es importante lo que dices. Saber hasta dónde puedo o debo llegar. Siempre me he preocupado por no entrar en terrenos que hagan referencia a mi terapia; un área totalmente vedada para alguien que no sea profesional de salud. Muchas personas me suelen hacer preguntas por mail o en las RRSS sobre temas de terapia e insulinas, aspectos que sobre el papel no son de mi competencia. Y yo siempre contesto lo mismo: eso lo debes consultar con tu médico. Porque lo que me va a mi puede no irle bien a esa persona. Además, sería una osadía que me ponga a decir por el blog o las RRSS qué «trucos» utilizo en mi día a día o cualquier información relativa a mi pauta de insulina. Del mismo modo que no tendría sentido que en mi blog hable de cuánta medicación tomo para la tensión, la dislipemia, antitrombóticos o cualquier otro medicamento (ejemplos que no tomo, por cierto). La insulina es lo mismo. Creo que como lectores, en cuestión de salud debemos también aprender a saber leer entre líneas, a quedarnos con lo realmente útil, a saber dónde acaba la información y dónde empieza la opinión subjetiva o la experiencia de otro. Saber filtrar todo eso es muy importante para ir formándonos como pacientes empoderados y para adquirir habilidades y llegar a ser personas educadas en diabetes y autosuficientes. Analiza lo que lees, dónde lo lees, quién lo dice y de dónde lo saca. Separa primeramente entre información documentada y evidenciada científicamente y entre experiencias personales. Filtra, clasifica y hazlo con criterio y calma. No sigas de modo automático todo lo que lees en cuestión de salud, ya te lo diga un jedi, un influencer o un divertido y conocido divulgador. Y este es mi deseo para todos vosotros en cuestión de diabetes en este año 2021: seguir aprendiendo, formándose, mejorando el control de vuestra diabetes con sosiego y equilibrio… mientras seguimos con nuestra mascarilla, deseamos que las vacunas funcionen, esperamos que nos permitan volver a movernos y reunirnos, y la vida vaya volviendo un poco más a la normalidad. Aunque por el camino se nos hayan quedado a todos personas que nunca volverán, relaciones rotas, vidas alteradas, amistades, trabajos perdidos… Si tú has perdido algo irreparable, te envío el mayor de los abrazos. Para el resto de cosas, con un poco de suerte, algunas -y sólo algunas- podrán recuperarse. Y lo haremos con una diabetes bajo control, o en proceso de controlarla. Es cuestión de tiempo. Entre todos nos ayudaremos a conseguirlo.

Siempre hay algo positivo

Esto es lo que suelen decir los psicólogos para que nuestra cabeza no colapse en momentos difíciles. Busca entre todo este loco año y recuerda esos pequeños momentos inolvidables. Que también los ha habido. De emoción, de sentimiento, de alegría. Dignos de ser recordados. Yo lo haré. Aquel reconocimiento profesional que tanto me enorgulleció… aquella comida en familia en la que por un rato, fui feliz pensando que mis padres sonreirían viendo desde arriba a sus hijos con sus familias… aquella parada en el área de descanso de la autopista en la que reí como nunca… aquel viaje a Galicia… aquellas fotos por Madrid… aquellos ratos con mi hijo en los que me di cuenta de cómo ha crecido y cómo le quiero… Personas, momentos, emociones… serán los que me animarán y harán ver que la vida es más que un maldito virus. Momentos que intentaré repetir en el futuro y que sirven para ver que no todo es tan negro. Uf, creo que me estoy volviendo más sensible con los años. Aunque en el fondo, eso me gusta…

Para acabar, os felicitaría uno a uno, pero no sé todos vuestros nombres. Así que nos conformaremos con una nube con algunos de vuestros nombres. Os deseo a todos y cada uno de vosotros un feliz 2021. No os deseo feliz navidad porque estas no van a ser unas navidades normales. La recomendación es no reunirse. Yo no lo voy a hacer y las pasaré solo, precisamente porque quiero mucho a los míos y quiero tener muchas más navidades con ellos. Así que me centraré entonces en felicitar el año que viene, que es donde todos tenemos puestas todas las esperanzas.

Personas de España, Méjico, Argentina, Chile, Colombia, Estados Unidos, Perú, Ecuador, Venezuela, Uruguay, República Dominicana, Bolivia, Guatemala, Costa Rica, Puerto Rico, Paraguay, Alemania, Rusia, Panamá, Reino Unido, Francia, El Salvador, Honduras, Brasil… y lo dejamos ahí. Ese es el orden de los 25 países con más visitantes del blog en orden decreciente. A todos vosotros, lo que más me apetece a día de hoy es veros en persona, charlar, tomar un café, comer, cenar, jugar, emocionarme, reír, tocaros, daros la mano, besaros, abrazaros… Ahora no puedo. Pero todo volverá. O casi todo.

nube de nombres
Felicidades a todos y ojalá que el año que viene sea mejor para vosotros (imagen: 30dediferencia . com)

Imagen destacada portada: Tigerlily713