La diabetes es alemana

Diría que nacida en el mismísimo lander de Renania del Norte-Westfalia. No tengo ninguna duda. Conciencia germana al cien por cien. Porque más que una enfermedad como tradicionalmente la conocemos, es un puro protocolo. Un cúmulo de procedimientos, de rituales, de rutinas, de sistemáticas. Por eso –a pesar de que muchas veces intentemos autoconvencernos de lo contrario- un diabético (sobre todo el tipo 1) vive siempre atado a ese conjunto de procedimientos y rituales que exige la enfermedad. Por eso se suele acuñar esa frase de “la mochila de la diabetes”. Porque es muy acertada. Tanto procedimiento pesa, y a veces aburre. Mirarse la glucemia antes de comer, contar tus hidratos de carbono de cada comida que haces, tener en cuenta el ejercicio físico posterior a una comida para saber si debes minorar algo la dosis de insulina de la comida previa, mirarse la glucemia antes-durante-después del ejercicio físico, calcular cuánto va a durar una reunión de tu trabajo para saber –en función de la glucemia que tengas- si debes comer algún hidrato de carbono adicional o no es necesario. Prever si tu sesión deportiva posterior va a tener una intensidad del 80% o del 65% de tu frecuencia cardiaca máxima porque en función de eso, consumirás grasa o hidratos de carbono circulantes…

También muchas veces debes convertirte en adivino y calcular cosas que escapan a tu sabiduría (que de por sí, ya es casi infinita). Por ejemplo, saber antes de pincharte la insulina si tienes en sangre muchas catecolaminas segregadas por tus glándulas suprarrenales, ya que deberías variar la dosis. O si tu estómago está a pleno rendimiento o tendrá un vaciado enlentecido, lo que puede provocar una hipoglucemia post-prandial. O adivinar cuánto cortisol tienes circulante cuando estás desayunando a esas horas tempranas en las que las hormonas fluyen libremente por el cuerpo, porque el cortisol inhibe terriblemente la insulina y el ratio insulina-HC cambia con respecto al resto del día. O adivinar cual mago qué pasará con tu glucemia el resto del día cuando, de repente, te ofrecen un plan no previsto y te altera todo tu meticuloso cálculo.

Así es la diabetes. Así es ella; la alemana: calculadora, precisa, necesitada de previsiones, protocolos y mediciones. La mayoría de la gente desconoce qué demonios es un algoritmo, eso que por ejemplo, nosotros aplicamos cada día cuando tenemos que calcular cuánta insulina ponernos, o cuando nos debemos enfrentar a cambios en nuestra pauta de dosis. La precisión y rectitud alemana siempre han sido un valor añadido en productos de consumo como por ejemplo, un coche. Alemán significa precisión, cálculo, estudio, calidad… y rigidez. Cualidades valorables y que tradicionalmente asociamos con un producto “bien hecho”. Pero en diabetes, ese carácter alemán no nos mola como en un coche Opel o en una cocina Siemens. De hecho, la diabetes alemana nos repatea; nos irrita, nos coarta. Esa rigidez y esos cálculos permanentes nos restan libertad, nos acogotan un poco y a veces no podemos evitar sentir ese pensamiento de “si pillo al desgraciao que dijo que con diabetes puedes tener una vida normal… “.

Hace varios años, me presenté a un concurso de diabetes en el que había que difundir la concienciación sobre la enfermedad, ya sea con relatos, poesía, fotografías o dibujos. Yo intenté demostrar con un pequeño cuento en forma de metáfora cómo es la diabetes para alguien que no la conoce y lo que implica en su vida. Pero quise hacer la prueba de comprobar cómo se ve desde fuera la vida de una persona con diabetes. Y por eso pedí a una compañera de trabajo que resumiera en una ilustración lo qué significa para ella la diabetes en base a lo que había visto o escuchado en el tiempo que coincidió conmigo en la misma empresa. Y el resultado fue este que veis aquí debajo.

el equilibrio de la diabetes
Instagram: @nuria.hache

Esta es la esencia de la diabetes según alguien ajeno a ella y que reafirma todo lo que cuento aquí hoy: juegos malabares, manejo de múltiples variables, algoritmos, pautas, procedimientos, reajustes… y cifras. Muchas cifras. Una borrachera numérica en la que se convierte esta enfermedad y cuyo único objetivo trata de conseguir lo inalcanzable: acercarse lo más posible a la normalidad. Pero aunque parezca mentira, lo mejor es que a pesar de todo, muchas veces conseguimos acercarnos moderadamente a ese horizonte inalcanzable a base de esfuerzo, interés, educación, control, paciencia y tiempo. Elementos fundamentales en el manejo de la diabetes tipo 1 y que debemos ir recolectando como si fueran cromos. Porque al final, la alemana de Renania del Norte-Westfalia te obliga a acabar siendo como ella. Pero no importa si podemos doblegarla o al menos mantenerla a raya.