#CarnavalSalud: ¿cómo me organizo en la Red?

CarnavalSalud sello WikisanidadCarnavalSalud: «Gestión del conocimiento ¿Cómo te lo montas?”

Solo en mi estudio, con la única luz de la pantalla del portátil sobre mi cara, leo la propuesta de Wikisanidad de este año para #CarnavalSalud. Y tras poner esa típica mirada en la que no miras y tus pupilas enfocan al infinito, me repetía a mi mismo… Gestión del conocimiento… gestión del conocimiento… pensando en ese titular tan extraño que se remataba con un giro popular, rayano incluso en lo vulgar. Aquel título era demasiado sugerente como para dejarlo escapar. Y uno, que se encuentra actualmente dedicando tiempo y mimo a su joven blog, y lo mira y lo mima continuamente como a un cachorrillo de Yorkshire Terrier recién traído de la tienda de mascotas, encontró en CarnavalSalud una buena ocasión para hacer un alto en sus relatos llenos de insulina y glucosa, y contar al personal su propia experiencia relativa a la gestión del conocimiento. O dicho llanamente, cómo te organizas en tu día a día para sacar información sobre todo este mundo de la salud. Acceso, gestión, difusión, almacenamiento e intercambio de información; lo que se ha dado en llamar -con una terminología un tanto repipi- «entorno personal de aprendizaje» (PLE su acrónimo inglés).

CarnavalSalud: ese es el nombre del evento-propuesta de Wikisanidad para que, cada año por estas fechas, nos animemos a escribir al unísono.

En el caso de que seas un miembro activo de las redes sociales o sobre todo, tengas un blog, gran parte de esta búsqueda de información también se destina a «alimentar a la bestia». Tener un blog implica tener algo que decir. Porque precisamente el quedarse sin ideas es uno de los mayores miedos del blogger. Que te toque escribir y tus musas te hayan abandonado para irse con el aprendiz de escritor que vive 4 pisos más abajo y al que las hadas de la clarividencia por fin le echan un cable tras dieciocho comienzos distintos para su eterna novela sobre un agricultor kazajo que, tras años de intentarlo con su pareja, tiene un hijo. Pero es negro. Y las posteriores e inenarrables tribulaciones que le suceden con su hijo de color en una aldea remota de aquel frío país.

Volviendo al tema, soy una persona que en lo relativo a diabetes y salud, siempre he querido informarme, aprender más. Y antes del blog, también buscaba información interesante que me permitiera conocer más sobre esta enfermedad. Pero a raíz de tener el blog, sientes la necesidad (o casi presión) de disponer de información reciente-interesante-fiable… y si puede ser genial, aún mejor. Eso te obliga a sistematizar un poco tu mecánica de trabajo en lo relativo a la búsqueda de información. O como mínimo, a esforzarte más. Ahora la buscas con un fin supuestamente más elevado: traspasarla a la gente para ayudarles. Y esa búsqueda es hoy día mucho más fácil gracias a las posibilidades que nos brinda la Red.

Mi orden aparente es en realidad un desorden ordenado.

Creo que me gusta complicarme. A veces lo pienso. Porque no me gusta automatizar demasiado los procesos. Ni haciendo recetas del -genial- IFTTT, ni con programas centralizadores que programan y publican por ti. Soy artesano, y de momento hago las cosas cuando yo quiero y como yo quiero. ¿Será porque a día de hoy, tengo tiempo para hacerlo? casi seguro que sí. Veremos si cuando se me acabe el tiempo del que dispongo ahora tengo tiempo para seguir siendo “artesanal” en este tema. De todos modos, no puedo dejar de admirar los ordenados procesos de muchas personas que pasan contenido a una plataforma, lo filtran, lo archivan en esta u otra aplicación… ver esos diagramas y el flujo de la información me cautiva; quizá debido a que sé que -probablemente- nunca lo haré así. Porque básicamente no soy así. Mi orden aparente es en realidad simplemente un desorden ordenado. No suelo tener rutinas para buscar información. No organizo demasiado lo que voy encontrando. No tengo un rígido y sistemático modus operandi que pueda relatar por escrito. “A salto de mata” es una frase que bien se podría aplicar a este asunto. ¿Quizá por mi trayectoria profesional relacionada con la creatividad? Lo que sí decidí hace algún tiempo es llevar conmigo una pequeña agenda donde apuntar cosas que me surgen, situaciones que me inspiran, o notas mentales que me vienen a la cabeza cuando veo algo por la calle o en mi día a día. Incapaz de retener una idea que brota de repente debido a un cerebro con un más que probable relleno de gomaespuma (eso sí, de alta calidad), necesito apuntar las ideas para llevarlas a la tranquilidad de mi casa y poder desarrollarlas después. Más de una vez he llegado a casa con 3 o 4 post-it en el bolsillo con cosas por hacer o ideas por escribir. Y alguna servilleta con un “gracias por venir” por un lado y unas líneas manuscritas por el otro. Y ya en la comodidad de tu casa, ampliar esa información.

El blog: un bebé de apetito voraz

Una vez con esa idea o esa información para el blog en mi cabeza, me pongo a ello sin dilación, porque si no, se me va la inspiración. Quizá por eso las entradas suelen ser creadas del tirón. Tengo cierta facilidad para escribir, y la estructura de mis textos suele estar escrita en mi cabeza y fluye de manera transparente sin ser yo consciente mientras la voy escribiendo. Y puede que por eso hago pocos retoques a lo que escribo. La primera versión suele ser muy cercana a la definitiva. Mis textos no tienen nunca una versión 10.0; ni siquiera 5.0. Como mucho, se quedan en la 3.0. Pero eso sí, sólo escribo si me siento inspirado. Y eso lo detecto en el primer párrafo. Si no lo estoy, doy un título provisional al texto y lo guardo como txt en el finder de mi MacBook para tenerlo a la vista y saber que eso está por hacer. Y a otra cosa, mariposa. Pero sin duda, el blog es como un niño de esos que te sale comilón y no para de pedir.

[Tweet «La aportación de #JediAzucarado al #CarnavalSalud de #WikiSanidad»]

Feedly, mi gran fuente de saber

CarnavalSalud 2015

Pero no sólo de inspiración vive el bloguero. Muchas entradas responden a cuestiones actuales, por lo que se necesita beber de fuentes de información. Y la herramienta que a día de hoy me gusta más es sin duda, FEEDLY. Bajo un interface sencillo y agradable tanto en ordenador como en tablet, Feedly es una manera sencilla de agregar fuentes de contenido para crear tu supermercado de información. ¿Quién fue el lumbreras que dijo que las RSS estaban muertas? Feedly las ha resucitado de manera brillante: agrega una nueva fuente rss, métela en una categoría y listo. Y cada mañana, Feedly se convierte en una potente, rápida, y sobre todo cómoda manera de saber sólo lo que te interesa. Y de ahí extraer información o ideas para tu blog.

Si lo que me interesa es un link concreto, lo meto en favoritos.

Y si la web no tiene un feed RSS, irá a favoritos, los cuales tengo en carpetas por temas y medianamente organizados, además de sincronizados en todos mis dispositivos gracias al estupendo navegador Chrome, que desde hace tiempo es mi único modo de acceder a la red en todas las plataformas.

Otra herramienta que me gusta por su inmediatez es Google Alerts. Si hay algo expresable en dos o tres palabras que te interese mucho, márcalo en Google Alerts y tendrás aviso inmediato cuando cualquiera abra la boca para decir tu palabra mágica. Una gran herramienta para monitorizar la actividad de ciertos conceptos a nivel global.

Si más arriba hablaba de mi carácter artesano, debo puntualizar que todo tiene un límite, y cuando por alguna razón no te da la vida -que es casi siempre- o tienes algo que te va a impedir dedicar el tiempo suficiente a estas cosas del blog y los social media, puedes echar mano del HootSuite. Su capacidad para manejar varias redes simultáneas y programar en todas ellas es una gran ayuda en determinados momentos. Y si te pones las gafas de ver de cerca (porque su interface se las trae), también es una gran fuente de información centralizada. Aunque para esa tarea, HootSuite me desagrada profundamente. Su presentación en columnas con la información “cayendo” a la velocidad del rayo debido a la fugacidad de internet, me estresa y me parece estar viendo el código Matrix como en la película de los hermanos Wachowsky. Quien dijo aquello de “tempus fugit” estaba mirando el panel de control de HootSuite.

Más allá del blog

El blog es como la puntita del iceberg. Pero alguien con blog probablemente estará metido hasta las ingles en otras redes de conocimiento, como por ejemplo Twitter. El teletipo del siglo XXI. Lo malo es que las noticias que escupe no siempre son veraces, o hay que limpiarlas, o cotejarlas. Pero su capacidad para informarnos es brutal. Y (atención: espantosa frase en doble negativo) no se puede no usarla. Me gustó desde que la conocí, y día a día es invariablemente una de las únicas fuentes de información en la que no dejo de entrar. Un titular sugerente en Twitter suele ser muchas veces fuente de partida de una labor posterior de búsqueda de información tirando de Google para dar con fuentes adicionales de ese tema que te ha llamado la atención en la red de microblogging. Twitter es, por tanto, una de las principales vías de información para mi junto con Feedly.

Y en menor medida, redes como por ejemplo Linkedin, donde no sólo encuentro información, sino que también comparto la mía. Pero con Linkedin me sucede como con Google+, que casi estás obligado a colgar ahí tus posts porque mejora tu reputación, tu SEO y esas cosas, pero no hay casi interacción, cosa que no ocurre en Twitter, donde puedes contestar sin miedo a un tuit de alguien con miles de seguidores, famoso e inalcanzable en condiciones normales. Con Twitter lo tendrás al alcance de tus dedos, pudiendo felicitarle por un contenido o sugerirle sin miedo algo, y en dos minutos tendrás su contestación. La de ese hombre al que admiras y que tiene ¡9733 seguidores!. Eso me encanta de Twitter. Y no lo da nadie más.

Doctor, ¿estoy enfermo?

A veces, mientras leo otros blogs, suelo experimentar una tremenda envidia “Dios, qué tema más bueno. ¿Cómo no se me ha ocurrido eso a mi?”, murmuro enrabietado mientras devoro con fruición ese texto. Y también a veces -juro que sólo a veces- concluyo con la misma idea: “Qué rabia, le ha quedado estupendo”. Y también en ocasiones me asalta un: “esto daba mucho más juego. No le ha sacado jugo a este temazo. Si lo hubiera cogido yo…”. Yo suelo achacar estas sensaciones a mi juventud en esto de los blogs. Sentimientos de bloguero novato; debilidades de un inexperto y modesto e-paciente. Debilidades y sensaciones que solvento rápidamente con una onza de cacao al 80% y que me hace liberar endorfinas calmantes…

Carnaval Salud 2015 Wikisanidad
A la izquierda, yo y mi entrada del blog. A la derecha, esa entrada maravillosa que nunca se me ocurrirá a mi (Imagen: hbregazzi para FreeImages.com)

Una vez publicado, qué pasa?

Ya está. Ya tienes tu entrada en el blog. Estás orgulloso de tu hijo. Parto sin dolor, todo ha sido fluido. Pero hay que menearlo. Es innegable que quien hace un blog, quiere que le lean. Y cuantos más, mejor. Por tanto, dar a conocer tu página es vital para que crezca, lo cual a tu vez te estimula para continuar y no defraudar a quienes te leen. Y para crecer, no tienes más remedio que difundir lo que escribes. Cada vez que tengo algo nuevo y recién publicado, lo comparto en Facebook (en un par de grupos concretos sobre diabetes) y en Google+, esa red que a nadie le gusta pero donde todos publican porque saben que da “puntos”. En Twitter también suelo anunciarlo, pero no me suele gustar porque en sus reglas no escritas, la autopromoción está mal vista, y procuro intentar seguir en la medida de mis posibilidades esa otra norma de que casi todo lo que tuiteas sea ajeno y un poquito propio.

A todos nos gusta el éxito; cuantos más lectores en nuestro blog, mejor. Y el que diga lo contrario, miente como un bellaco.

Facebook es mi altavoz del blog. El Sr. Analytics -el Dios de los datos- me dice sistemáticamente que mis visitas vienen mayoritariamente del Facebook, donde también sistemáticamente cuelgo mis publicaciones y las comparto en un par de grupos a los que sé que les interesa. Facebook es algo así como mi tarjeta de presentación. Y ya se sabe: ten una tarjeta llamativa y te guardarán en las primeras páginas del tarjetero. Haz una del montón de esas con un simple texto en Times sobre fondo blanco y probablemente te tiren a la papelera al final del día.

Y tras la publicación, siempre atento a los comentarios, tanto en el blog como en las redes. Contesto siempre y procuro ser lo más honesto e imparcial posible. Pero recibir comentarios o mails me gusta. Me hace sentir que todo el esfuerzo ha servido para algo. He ayudado a personas a saber más, a concienciarse de algo, a tomar en consideración aspectos que quizá antes no hacían. Que te escriban implica que hay una actitud activa; no sólo que te leen, sino que les interesa. Y hoy día, con la superficialidad y abundancia de información, con esa forma de leer sin leer que tenemos en la Red, que alguien se detenga en un blog para leer y comentar es mucho. A esa persona ya le interesas. Y todo lo que has tenido que hacer habrá merecido la pena.

Esta sería a grosso modo mi gestión del conocimiento. Mi aportación al #CarnavalSalud de este año. Será interesante conocer la forma de trabajar de otras personas a las que admiro en este difícil y cambiante entorno de la salud 2.0.

Imagen destacada: Geralt para FreeImages.com