Análisis del sistema integrado MiniMed 640G

Minimed 640G, el elegido

Medio año con la MiniMed 640G

El 7 de marzo del Año del Señor de 2016 mi «vida diabética» sufrió un vuelco bastante considerable al pasar a la terapia con bomba de insulina. Tras haber meditado sobre el tema y sopesar mucho algunas disquisiciones que puedes consultar en este post de prejuicios (que tendrá en breve su necesaria 2ª parte para completar el «antes y después») elegí la MiniMed 640G, la cual hice funcionar durante 15 días en «modo cojo» hasta que pude activar también el sistema de medición continua. Y le llamo «modo cojo» porque para mi esta bomba de insulina no se puede concebir sin la parte de medición continua. Es algo así como comprarte un Mercedes y utilizarlo sólo para ir a por el pan. O tener el último smartphone de Apple o Samsung y usarlo sólo para hacer y recibir llamadas de teléfono. La prestación estrella que la identifica y la distingue (el sistema de actuación ante hipoglucemias SmartGuard) es evidentemente la gran funcionalidad de los últimos años en tecnología para la diabetes. Al menos lo es sobre el papel. Esta era una de mis dudas desde el momento que la conocí, momento en el que también comencé a sentir un intenso prurito que comenzó en las ingles y terminó extendiéndose a toda la espalda, y que me provocaba enormes deseos de probarla para testar su eficacia. Medtronic España calmó mi prurito proporcionándome unos sensores de prueba y hoy, a escasos días de cumplirse los 6 meses con el sistema completo, tengo ya más que formadas impresiones sobre él. Porque como ya he dicho anteriormente (y en lo que coincido con el fabricante), esto no es una bomba de insulina, sino un sistema completo. Lo que a día de hoy más se puede parecer por su funcionamiento (salvando todas las distancias, que aún son muchas) al anhelado sistema de asa cerrada, ya que es el único producto del mercado que interactúa entre sensor y bomba de infusión.

La premisa: vigilancia y dedicación continuas

Como ya relaté en este otro post de mis primeros 21 días, la terapia con ISCI implica una serie de procedimientos, rutinas y condicionantes muy superiores a los de la terapia con plumas. Pero como dijo aquel, no hay premio sin esfuerzo. Además, llevar un sistema de medición continua aumenta el nivel de engorro hasta el infinito. Al margen de los obvios detalles de incomodidad derivados del hecho de portar estos aparatos las 24 horas del día y de los que ya hablé en su momento, no podemos ocultar que es un incordio estar cada 3 días cambiando el kit de infusión y rellenando un reservorio con insulina, cada 6 el procedimiento de cambiar el sensor, aproximadamente cada 15 cambiando la batería, cada varios días protegiendo el sensor con algún tipo de apósito… En definitiva, un sistema de bomba más sensor implica mayor vigilancia sobre más elementos y por tanto, mayor dedicación. Quien piense que la medición continua y la bomba de insulina es pincharla y a disfrutar, está muy lejos de la realidad. Estos dispositivos requieren una atención continua y una persona dedicada, responsable y adherente a los procedimientos que requiere el hardware y a la terapia que marca su endocrino. Personalmente, yo necesitaba reducir la variabilidad glucémica, el número de hipoglucemias y mi fenómeno del atardecer. Medio año después, quizá tan sólo el asunto de las hipoglucemias sigue siendo bastante mejorable aún, pero los otros dos aspectos están sin duda sobradamente controlados y muy mejorados. Hasta el punto de que si mi hemoglobina glicosilada de partida era ya buena con plumas en multidosis (6,5%), ahora con la bomba es mucho mejor, con un valor de 5,5% en mis dos últimas mediciones. Una reducción de un punto porcentual en poco más de 4 meses me permite estar satisfecho. Pero reconozco que le he dedicado tiempo y atención extrema. Creo que estos dispositivos necesitan a alguien muy motivado e implicado en querer mejorar su control. Y por supuesto con una base de conocimientos suficiente para autogestionarse. Sólo con estos mimbres se puede comenzar a trabajar. De lo contrario, olvídate de estas tecnologías.

Reducir la variabilidad glucémica se logra más fácil con la bomba de insulina
Todos sabemos que conseguir rectas glucémicas es todo un logro que merece ser fotografiado :-)
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El día a día

Funcionar con este sistema integrado es realmente gratificante desde el primer minuto. En primer lugar, porque centralizas la información en un único terminal, con las evidentes ventajas que ello implica. Gestión de la bomba y del sensor en la misma pantalla. No es una ventaja menor, como bien saben muchas personas que disponen de bomba de insulina y de medidor continuo de marcas distintas y que «no se entienden» el uno con el otro. Y en segundo lugar, porque te beneficias de sus ventajas desde el comienzo. Visualizando las glucemias cuando desees, pudiendo tomar decisiones reduciendo mucho el número de controles capilares, viendo cómo la bomba se para y se reanuda sola sin tu intervención evitando y solventando ciertas hipoglucemias… evidentemente, si hablamos de diabetes la mejora en términos de gestión es grande. Además, tu estresómetro bajará sensiblemente hasta el nivel de «frío polar». La confianza que genera es muy alta y en poco tiempo verás que te permite delegar en la gestión de las hipoglucemias, algo que ningún otro sistema ni dispositivo permite ni posibilita. Más adelante hablaré del SmartGuard, pero ¿cómo es el día a día con el sistema MiniMed 640G?

Bomba de insulina en el cinturón
Hombre y máquina, matrimonio indisoluble unidos por 60 cm. de tubo plástico.

Lo primero que podemos destacar es la gran reducción en el número de controles capilares. Aunque siga siendo un poco decepcionante a día de hoy que ningún sistema de medición continua te permita olvidarte de las tradicionales tiras reactivas, al menos con el sensor Enlite el número de mediciones diarias cae en picado, hasta tres en mi caso, que son las que corresponden a los momentos de decisiones terapéuticas, algo que el Bolus Wizard de la bomba calcula en función de la glucemia y por tanto, cuanto más exacto sea ese valor, más atinada será la dosis de insulina. A lo que hay que incluir dos calibraciones diarias del sensor con una glucemia capilar, que por supuesto hago coincidir con los dos pinchazos capilares inevitables del desayuno y la cena. Es importante destacar este aspecto de la necesaria glucemia capilar antes de las comidas. Hoy día dejar esta decisión a un sensor intersticial me sigue dando miedo. Tan sólo el G5 lo permite, y por eso ardo en deseos de probarlo, algo que haré en las próximas semanas. Pero exceptuando al Dexcom G5, calcular una dosis con el valor que ofrece un sensor intersticial es un poco bastante arriesgado y nada recomendable. Ahí lo dejo para quien olvida este detalle, que sé que son muchos (por comodidad, generalmente).

En cuanto a las prestaciones de la bomba propiamente dicha, no deja de ser como las demás y su operativa es similar. Funciona muy bien siempre que tengas bien ajustado el perfil basal y los ratios. Y su gran baza: te da infinito juego a la hora de administrar la insulina, permitiendo llegar a solucionar problemas que con la terapia MDI (multidosis de insulina) no es posible. En definitiva, el día a día con la bomba 640G ha sido bastante agradecido en lo que a diabetes se refiere, con buenas posibilidades de control de la situación y sin problemas importantes derivados de su hardware o software, que (casi) todo el tiempo me ha funcionado sin problemas. Capítulo aparte merece el sistema de medición continua, que separaré en otro epígrafe.

¿En qué momentos notas más que llevas una bomba? Lógicamente en las comidas, donde puedes utilizar distintos tipos de bolo dependiendo del tipo de comida que tengas en el plato. Por ejemplo, todos sabemos que los fritos ralentizan la subida de la glucosa mucho más que cualquier otra comida. Pues en esos casos puedes poner un bolo dual muy extendido que permita tener insulina en un período especialmente largo, algo que con las plumas sólo podrías conseguir poniéndote la insulina en dos veces. Pero para mi hay otras situaciones significativas en las que la bomba de insulina me da más juego: el deporte. Mientras que con plumas tus inyecciones de insulina están pautadas y programadas (especialmente la basal, que por regla general es inamovible), con la bomba de insulina la basal también es insulina rápida, por lo que una o dos horas antes del deporte basta con pedir a la bomba que administre un porcentaje reducido de la basal que correspondería a esa hora. De este modo, durante la práctica deportiva nuestro cuerpo tendrá menos insulina circulante y evitaremos así mejor las hipoglucemias. Asimismo, una actividad que sepamos que consume glucosa (un paseo largo, mover unos muebles, o incluso pasar una tarde probándose ropa de tiendas) podemos preverla con antelación y pedir a la bomba una basal reducida sólo durante ese tramo de tiempo, algo imposible de conseguir con una basal clásica inyectable. Y mucho menos con insulinas antiguas como la NPH o las mezcladas. Del mismo modo y en sentido contrario, cualquier actividad extraordinaria que sepamos que nos requerirá más insulina podremos gestionarla con la bomba pidiendo que durante ese plazo de tiempo el aparato proporcione una tasa basal aumentada de insulina, lo cual permitirá mantener la glucemia estable y sin subidas, sea por la razón que sea (menstruación en las mujeres, un proceso vírico, un medicamento, un día de sofá…).

Incidencias

Con todas las terapias las hay. Siempre. En mi caso, durante estos meses con el sistema he podido experimentar en mi cuerpo serrano varios momentos de hiperglucemia sin explicación aparente, que normalmente siempre solemos achacar de manera automática como primera causa a la bomba. Cambiar el kit de infusión suele ser una de las primeras recomendaciones, lo cual yo he tenido que hacer en 4 ocasiones. Además, 2 de esas hiperglucemias han sido relativamente importantes en cifras (o al menos en comparación con lo que he tenido en mis 29 años anteriores con diabetes). Y de esas dos, una con una ligera acumulación de cuerpos cetónicos y que se resolvió de manera eficaz y rápida gracias a la pauta de cetosis. También hubo 2 errores de infusión, que además tuvieron lugar durante la administración de un bolo, lo que obliga después a saber cuánta insulina ha entrado y cuánto falta, poniéndotela de manera manual. Y no podía faltar también el famoso enganchón del tubo de la insulina con una puerta -un clásico-, lo cual hace que todo el catéter se despegue de nuestro cuerpo y salga disparado de manera muy espectacular. Estas han sido las incidencias relativas a la parte de la bomba de insulina. En cuanto al sistema de medición continua, en estos meses he tenido varias incidencias que relato en modo lista:

  • 1 reconexión de sensor debido a una persistente pérdida de enlace por causas desconocidas.
  • 1 sensor con valores muy desviados al tercer día. Lo reinicié y funcionó mejor, pero tan sólo un día más. Al cuarto día tuvo que ser desechado.
  • 1 sensor con error al segundo día. Se reinició y aguanto los seis días oficiales, pero los dos últimos con lecturas bastante erróneas e inaceptables.
  • 1 sensor que en su cuarto día empezó a dar valores erróneos, aunque no me enteré. Por desgracia me indicó una hipoglucemia inexistente, suspendió la infusión varias veces, me hizo tomar una coca cola (no tenia a mano el medidor capilar) y todo eso provocó una hiperglucemia. Lo quité un día antes de su fin de vida oficial.
  • 1 sensor que midió mal ya desde el primer día. Achaqué como posible causa al excesivo sangrado. Lo reinicié y parecía que funcionaba, pero tras cuatro días empezó a dar diferencias superiores al 100%. Lo quité a falta de dos días de vida oficial.

En resumen, de todos los sensores que he utilizado hasta la fecha, aproximadamente un 15% han dado algún tipo de problema relativo a lecturas erróneas o finales de vida útil prematuros. Este es para mi el principal caballo de batalla que afecta en mayor o menor medida A TODAS LAS MARCAS de medidores continuos o intersticiales. En el caso de mi experiencia de estos meses con Enlite, la tasa de sensores llamémosles «defectuosos» -aunque no tiene porqué ser estrictamente así- ha resultado inferior a la tasa obtenida durante mis extensas pruebas con el FreeStyle Libre. Por tanto, diría que en mi experiencia estos sensores de Medtronic me han ofrecido más consistencia y regularidad que los del Libre, con mayor tasa de «sensores locos». Es difícil saber si estos problemas son debidos al lugar de colocación inadecuado, a un posible doblez del filamento del sensor, a un hematoma por la inserción o sencillamente a un sensor defectuoso. En cualquier caso, este asunto es motivo de multitud de reclamaciones y por lo que veo, las compañías fabricantes no tienen aún muy claros los condicionantes a la hora de estimar si procede o no la devolución, lo cual se ha convertido para nosotros los clientes en un asunto casi de lotería. Algo inmerecido -dado el elevado coste de estos sistemas- y creo que por parte de TODAS las empresas fabricantes de estas tecnologías nos merecemos un poco más de respeto en este apartado.

Otra incidencia no relacionada con los sensores sino con circunstancias ajenas al sistema ha sido por ejemplo la de gestionar una pauta temporal con corticoides, ese nombre que nos trae pesadillas a cualquier persona con diabetes. Una sustancia demoníaca para una persona con diabetes que aunque es muy eficaz solucionando otros problemas, inhibe nuestra insulina de tal modo que parece que te estés administrando suero. Yo he tenido que administrármelos en 3 ocasiones; dos de ellas en inyección intra-articular y una oral. Lógicamente, la última fue de consecuencias mucho más vistosas, y sin llegar a hiperglucemias, tuve que crear una segunda pauta basal en la bomba que literalmente doblaba la pauta estándar. Lo gestioné bastante bien y desde luego, la bomba me permitió superar esa incidencia con mucha mayor efectividad que las plumas.

Enlite, el sensor menos popular

Imagen de sensores Enlite de Medtronic
Hoy día casi todos los sensores intersticiales adolecen de un excesivo tamaño. En la imagen, los sensores Enlite, a los que hay que acoplar el transmisor MiniLink

He querido dedicar un epígrafe separado a la parte de medición continua del sistema MiniMed 640G. Enlite es el atractivo nombre que el fabricante americano puso en su momento a los sensores que sirven de complemento indispensable a sus bombas, en este caso al sistema integrado 640G. Y he titulado este apartado como «el sensor menos popular» porque ciertamente lo es, ya que durante años la marca americana no ha tenido en su portfolio un sistema de medición continua independiente desde que años atrás tuvo el Guardian RT. Recientemente ha lanzado de nuevo el Guardian Connect, pero durante unos años el sistema del sensor Enlite no podía adquirirse por separado si no era conjuntamente con una bomba de insulina Medtronic compatible. Esto ha hecho que este sistema de medición continua sea menos conocido y utilizado por los pacientes con diabetes. Yo pude probar el Guardian RT hace algunos años y en ciertos aspectos, mis sensaciones se han repetido ahora con el nuevo sensor Enlite. Estas son algunas consideraciones personales que he podido concluir tras el uso con este sistema de medición:

  • Sobre el papel, el sistema menos exacto. Un 13,6% MARD de cifra oficial. A priori yo esperaba una desviación importante y ligeramente decepcionante, pero durante su uso he podido cambiar de opinión y realmente me parecen satisfactorias de manera general sus mediciones. Lógicamente, una mayor desviación es más notoria en hiperglucemias, pero en valores normoglucémicos, el sensor Enlite se comporta aceptablemente bien, y realmente si analizas las cifras, cumple más o menos lo que promete, en mi caso se ha movido entre el 10% y el 15%. Este año se espera que Medtronic lance una evolución del sensor con mayor exactitud. La espero ansioso, creo que el sistema MiniMed 640G lo necesita urgentemente.
  • Los inconvenientes que ya detecté en el antiguo Guardian RT los he podido sufrir aquí también con la 640G. A nivel de comodidad, procedimiento, ergonomía… este sistema es muy mejorable y me sigue decepcionando. Su enorme transmisor MiniLink (al que hay que sumar la cabeza exterior del sensor al que se acopla) hacen del sistema un conjunto de importantes dimensiones: muy visible, grueso y grande. Por tanto, más difícil de mantener pegado al cuerpo, sobre todo por un sistema de sujección ciertamente extraño y mejorable. Y un procedimiento operativo en conexión y puesta en marcha mucho más complejo y lento que la competencia. Ponerse un sensor sin ayuda de nadie en zonas alternativas que no sea el abdomen es realmente complicado. Especialmente difícil ponértelo tú solo en zonas como lumbares, cintura trasera o exterior del brazo. De hecho, en más de una ocasión he tenido que pedir ayuda porque no era capaz. Lo cual me hizo pensar automáticamente en divorciados, solteros o solitarios de vocación, a los que recomiendo que se replanteen su condición y se busquen una pareja si quieren usar este sistema. Después, una calibración simplemente eterna (dos horas sin mostrar valores) remata el barroco proceso de puesta en marcha. Lamento que la próxima generación del Enlite sea a nivel de diseño igual que sus predecesoras. Desearía que al menos mejorara en cuestión de operativa.
Imagen de los sensores Enlite de Medtronic
Un procedimiento de colocación lento y complicado al que hay que prestar mucha atención. No en vano nos jugamos muchos euros en cada sensor.
  • El transmisor MiniLink dispone de una memoria que almacena muchas glucemias del sensor en caso de que no pueda transmitirlas a la bomba de insulina. Es de hecho el único sistema de medición continua con esta prestación. Cuando recupera la conexión, transfiere las mediciones «perdidas» de modo transparente para el usuario, el cual no se entera de esas pequeñas pérdidas de señal que se puedan producir entre bomba y sensor en el día a día. Es por sí sola una prestación interesante, pero siempre he pensado que no hay casi situaciones en las que no lleves tu bomba encima. Momentos tan puntuales como un baño en la piscina o el mar me inclinan a concluir que sería preferible sacrificar esta prestación para hacer el transmisor más reducido en peso y tamaño, algo que pide a gritos el MiniLink.
  • Demasiadas «sangrías». Y no me refiero a la popular bebida refrescante. El sensor Enlite me ha provocado demasiados episodios de excesivo sangrado durante su colocación. Nada más disparar el insertador, puede observarse la sangre saliendo al exterior y quedando retenida por todo el adhesivo del sensor pegado a la piel. Y una hemorragia en el sensor implica aleatoriedad en la toma de datos: podría ir bien… o podría ir fatal. Podría no funcionar bien el primer y segundo día y bien el tercero, o al revés. En resumen, sangre en el sensor nunca es buena señal. Y esto no me ha ocurrido una, ni dos, ni tres veces. ¿Una cuestión fisiológica personal? Es cierto que no abunda la capa grasa en mi, pero tampoco estoy famélico. Mi IMC es normal. Sea como fuere, la evidencia es que ni Dexcom ni FreeStyle Libre me han arrojado nunca tal tasa de «sangrías» como lo ha hecho el sensor Enlite, lo cual me hace pensar que o mi técnica de inserción es incorrecta (lo cual dudo, dada la simplicidad del proceso) o el insertador es el culpable. No es malo, pero no llega a ser tan fino en su funcionamiento como el de Abbott con su Libre, sin duda el mejor.
Conjunto sensor Enlite y transmisor MiniLink de Medtronic
Demasiadas sangrías al poner el sensor hacen pensar que el problema está en el aplicador. Nota del autor: las arrugas que se aprecian en la foto no son mías; son del adhesivo que hay que colocar sobre el sensor para que no se despegue. ¡No estoy tan viejo!
  • ¿Lo notas? Un aspecto importante. La respuesta es un sí. El Enlite lo notas que está ahí. Y aún más; molesta en algunas ocasiones. Aquí influye notablemente la zona de colocación. La oficial (el abdomen) es sin duda la peor; sometida a continuos pliegues, flexiones y torsiones que hace que en algunas ocasiones incluso moleste ligeramente. De hecho, llegó a ser tan molesto que dejé de ponérmelos ahí y pasé a los brazos, donde los llevo normalmente. La tripa es un lugar incómodo para un sensor de este tamaño. También me lo he colocado en la zona trasera de la cintura y en el glúteo, pero también es bastante molesto por su grosor y te lo encuentras continuamente al ponerte y quitarte los pantalones. A nivel de mediciones no he podido detectar diferencias significativas atribuibles a la zona de colocación, sino a la propia aleatoriedad de los sensores.
  • Protegiendo el sensor. Este gran transmisor no es fácil de mantener quieto en su sitio durante los seis días oficiales de vida, a no ser que no te duches, no tengas actividades movidas y en definitiva, no hagas nada de nada y vivas tirado en un sofá y en la misma posición las 24 horas. Pero eso no es la vida real. Aguantar al sensor pegado durante su vida útil es el mal común a todos los sensores del mercado. Tras varias experiencias en las que pude corroborar que necesita ayuda, pasé a tapar el conjunto sensor-transmisor con un film adhesivo desde el minuto cero, lo cual me ha permitido afianzar el conjunto y reducir mucho el riesgo, proporcionando una mayor tranquilidad. El extraño sistema de sujección del transmisor da una sensación de fijación precaria, que se ve apoyada por el paso de los días, y especialmente del agua y el sudor, que son el enemigo número uno de este tipo de aparatos. El también extraño adhesivo con un agujero en el centro que viene en el pack con los sensores (señores de Medtronic, quisiera conocer el motivo de ese agujero, seguro que la historia es apasionante) dejé de utilizarlo no sólo por su extraña forma que no me sujetaba bien el conjunto, sino porque además pasados los seis días el transmisor (que es reutilizable) quedaba lleno de restos de adhesivo que eran muy difíciles de quitar. Por ello empecé a usar adhesivos como Tegaderm (en mi opinión el más eficaz) o Fixomull (más económico y ahora más fino y discreto). Con cualquiera de estos dos adhesivos no sólo el sensor-transmisor queda bien sujeto y a salvo de enganchones, sino también impermeabilizado, ya que con suerte puedes conseguir que durante los seis días de vida del sensor no entre nada de agua bajo el adhesivo. Otras veces hay que despegar ese adhesivo y poner uno nuevo, pero se puede lograr fácilmente (al menos con Fixomull) siempre que sujetes bien a la piel con un dedo el sensor para que no se despegue y se salga el filamento.
  • La vida del sensor. Oficialmente seis días. Aunque tengo a un famoso amigo glucolega americano que los estira como el chicle sin problemas y que en su opinión se debe a su estabilidad glucémica, en mis múltiples pruebas me ha sido imposible superar los siete sin que empiecen a dar valores inaceptables, a pesar de haber tenido rachas con glucemias bastante estables. Tan sólo un sensor conseguí que llegara a los diez días, superando en cuatro la cifra oficial, pero a costa de perder calidad de vida vigilándolo constantemente y con 3 calibraciones en 72 horas por sus continuos desfases. Conclusión, estos sensores no se estiran… y no recomiendo que se haga. Demasiado riesgo a no ser que estés vigilando tu glucemia en sangre constantemente. Pero entonces… ¿para qué quieres un MCG?

En resumen, el sistema de medición continua funciona de manera correcta y eficaz. Yo esperaba peor rendimiento pero me ha sorprendido gratamente, aunque sus procedimientos y diseño del conjunto sensor-transmisor son muy mejorables. Debo confesar que en algunos momentos echo de menos la simplicidad de sistemas como el FreeStyle Libre: por su aplicador, por su conjunto sensor-emisor, por su simplicidad en el proceso, su ausencia de calibración… creo que el Libre cumple varias de las condiciones que debe tener un buen sistema de medición continua… aunque el Libre no lo sea técnicamente, ya que da lecturas «en diferido» y no proporciona avisos en tiempo real.

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SmartGuard, nombre de superhéroe

Evidentemente en Medtronic esperaban mi opinión sobre este sistema, y aquí está para que pueda leerla todo el mundo; tanto ellos como el resto de lectores. Como si estuviera sacado de alguna película de la factoría Marvel, SmartGuard es el peliculero y acertado nombre que eligieron en Medtronic para el sistema semiautomático de gestión de hipoglucemias. «Guardian inteligente», traducido a español. Sin duda, es tranquilizador saber que tengo un guardián vigilándome las hipoglucemias. Especialmente por la noche, donde ningún otro aparato me permite lo que permite el sistema 640G: actuar sin ninguna acción por mi parte. Multitud (insisto, multitud) de situaciones de posibles hipoglucemias nocturnas son gestionadas correctamente por este sistema no sólo sin que yo intervenga, sino incluso sin que me despierte. Por la mañana, tan sólo chequeando la gráfica nocturna puedo observar cómo SmartGuard se ha activado, permitiéndome pasar la noche sin problemas y sin tener que comer. Otros sistemas de medición continua te pitarán y avisarán. Y tú podrás tomar medidas, pero por la noche este es el único sistema que podría evitar que te despiertes y actúes de alguna forma (siempre dependiendo de la magnitud de la hipoglucemia y de tu tolerancia a las continuas alarmas del sistema). Encontramos por tanto aquí varias indicaciones ideales para este sistema integrado: personas con hipoglucemias de repetición, muchas hipoglucemias nocturnas y también quienes no perciben ya los síntomas de la glucosa baja. En estos casos creo que esta es sin duda la mejor solución. ¿Y funciona? Rotundamente sí. En estos meses he podido pasar por muchas situaciones diferentes y el porcentaje de éxito de SmartGuard ha sido abrumador. Llegando incluso al punto de que en determinadas condiciones controladas («rodadas en circuito cerrado, nunca las haga en la vida real») he podido superar hipoglucemias diarias sin mi intervención, algo que antes yo no podía hacer y comía por obligación para subir esa glucemia porque sencillamente, no tenía otra opción. Ahora en algunos casos basta la suspensión de infusión para que puedas solventar algunas hipoglucemias sin necesidad de comer nada. Un punto a destacar.

Funcionamiento del sistema SmartGuard en la MiniMed 640G
A lo largo del día, el sistema SmartGuard funciona de modo autónomo (zonas naranjas de la gráfica) evitando las hipoglucemias.

Otro aspecto importante de este sistema SmartGuard es el momento de suspensión. Se le puede ajustar para que actúe antes o cuando entras ya en hipoglucemia. Ambos valores son personalizables y marcan dos comportamientos muy diferentes que sin duda se ajustarán a casi todos los tipos de persona. En mi experiencia he podido constatar que ante ciertos ajustes idénticos del sistema en personas diferentes, los resultados no son iguales. Demostración de que no hay dos diabetes iguales, como bien sabemos todos. Yo he podido probar ambos ajustes (suspensión antes y en hipoglucemia) y en mi caso la suspensión antes de la hipoglucemia me parece sencillamente perfecta (con un valor fijado de 60mg/dl.). Es llamativo ver cómo suspende en valores por encima de lo considerado como hipoglucemia ( hasta incluso 100 mg/dl.), pero tras la reanudación no se produce rebote alguno, algo de lo que se quejan algunas personas. Es cierto que aquí se echa en falta que se pueda fijar también el valor de reanudación, pero estoy seguro de que Medtronic ya habrá tomado nota de este detalle para futuras revisiones.

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Como cierre al apartado de SmartGuard, comentar algo que no me gusta y que creo que podría «dársele una vuelta» a nivel de programación del soft de la bomba. O como mínimo creo que es importante destacarlo porque exige una gran atención por parte del usuario. Si el SmartGuard se activa durante un momento cualquiera del día entre horas, simplemente interrumpe la infusión basal y la reanuda cuando el SmartGuard decida. Pero si el sistema se activa durante un bolo de una comida, se interrumpe el bolo (lógicamente), pero NO SE REANUDA tras la reactivación de la infusión, por lo que (si es que te das cuenta, que podría ser que no) debes acudir al historial de la bomba, ver qué bolo te habías puesto, ver cuánta insulina se ha introducido en tu cuerpo, hacer la resta mentalmente y ponerte el resto en un bolo manual. O sea, que requiere tu intervención o sufrirás una bonita hiperglucemia por escasez de insulina en las horas posteriores. Por tanto, no puedes olvidarte nunca de mirar la bomba en momentos de bolo para comprobar que no se ha activado el SmartGuard y te lo ha interrumpido. Creo que podría incoporársele una alarma más que avise de interrupción de bolo (por ejemplo). O que avise que no se ha introducido el bolo completo que se había programado. Fundamental.

Lo que me gusta y lo que hay que mejorar

Como todo, durante el uso detectas elementos que han supuesto un acierto y otros que o bien no están a la altura o son claramente mejorables. Esta sería mi lista de los notables y los suspensos. O dicho de una manera constructiva, mis «aportaciones personales a la mejora continua del producto» ;-)

  • ME GUSTA su operativa simple. Una persona no habituada se hace a ella en veinte minutos sin problema. Un gran punto a favor.
  • ME GUSTA su sumergibilidad. No es que necesite ir metiéndome en piscinas con ella, pero diariamente hay multitud de ocasiones en las que se te puede mojar. Considero muy importante que soporte el agua. Yo este verano he tenido muchas situaciones en las que no he tenido más remedio que meterme con ella al agua, ya que en ciertos momentos no te puedes permitir quedarte sin insulina durante un rato largo. Un paseo en pedalón por ejemplo de hora y media por el mar te obliga o bien a llevarte la bomba puesta o a ponerte insulina rápida antes de desconectarla. Sinceramente prefiero la primera opción que me brinda la capacidad waterproof de la 640G.
  • ME GUSTA el gran funcionamiento de su SmartGuard. Altamente eficaz en el día a día, se echa mucho en falta si no tienes el sistema de medición continua. Sin el Enlite, esta bomba está coja.
  • A MEJORAR: escasas funcionalidades las que ofrece el medidor Contour USB, quedando tan sólo relegado a enviar la glucemia y a un bolo manual. Incomprensible que Bayer no haya sacado hace tiempo un medidor específico ad-hoc para esta bomba con alguna función más. Espero que ahora Ascensia (Panasonic compró la división de diabetes de Bayer hace unos meses) dé un empujón a este tema del medidor asociado.
  • A MEJORAR: acepta los carbohidratos sólo de 5 en 5 g. Si estás contando gramos de HC, el sumatorio puede terminar en 0 o 5, pero también en el resto de cifras. No me gusta que me obligue a elegir entre quedarme un poco corto o pasarme un poco. Si las bombas de insulina se vanaglorian de ser muy precisas y permitir gran flexibilidad en las dosis con incrementos de hasta 0,01 unid/hora… ¿por qué limitar de esta forma la introducción de HC? Es un contrasentido.
  • A MEJORAR: rellenado manual de la insulina. No alcanzo a entender porqué TODAS las bombas no vienen con cartuchos precargados. Rellenar a mano las bombas es un proceso difícil, antiguo, lento, engorroso y nunca consigues el deseado galardón de «Cero Burbujas».
  • A MEJORAR: alarmas muy intrusivas y poco personalizables. En las primeras semanas con la bomba tuve muchos momentos en los que estuve a punto de bajar a la ría de Bilbao y tirarla al cauce. No lo hice porque la tengo en cesión y es propiedad del Servicio Vasco de Salud Osakidetza, pero ganas no me faltaron. Sus innumerables alarmas hacen que pases días quitándolas una a una. Sin embargo, hay algunas que es imposible de eliminar, lo cual no me gusta nada, ya que si multitud de personas con diabetes con terapia multidosis son capaces de vivir sin alarmas, ¿por qué yo por el hecho de tener una bomba de insulina tengo que estar sometido a cientos de pitidos al mes que además suelen sobrevenir en momentos inoportunos? Creo que a cualquier usuario de bomba de insulina se le presupone lo suficientemente responsable y formado en su enfermedad como para que no tenga que recibir pitidos ante ciertas situaciones cotidianas de su diabetes. Sinceramente, las alarmas deberían ser todas personalizables. Y por otro lado, se echa en falta que algunas alarmas sí deberían ser más insistentes, como por ejemplo la de reservorio bajo o la de cambiar equipo de infusión.
  • A MEJORAR: ciertas funciones muy usuales están ocultas en menús de segundo o tercer nivel. Para hacer muchas cosas habituales hay que pulsar a veces demasiadas teclas. Se podría solucionar con accesos directos personalizables, aunque lo lógico sería reorganizar ciertos menús.
  • A MEJORAR que a día de hoy no se disponga de una mayor conectividad. Multitud de situaciones en el día a día complican la comprobación de la glucemia del sensor porque la bomba no es accesible o porque no tenemos de manera cómoda el sacar y mirar la bomba. Creo que la visualización de los datos del sensor debería estar también operativa en nuestro smartphone mediante la app correspondiente. Estar haciendo bicicleta o incluso en un gimnasio con la bomba completamente oculta bajo la ropa y tener que sacarla para ver la glucemia cada veinte minutos es un engorro en toda regla y algo muy poco cómodo.
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Qué aporta un sistema integrado como este

Alguien que no haya usado nunca una bomba de insulina y que lea este artículo es probable que no haya sacado entre líneas cuál es la utilidad principal y qué aporta un sistema así. Básicamente un sistema integrado como este aporta:

  • La bomba permite una enorme flexibilidad administrando la insulina, por lo que en buena lógica, las posibilidades de control de las glucemias son mucho mayores que con las plumas.
  • La unión de bomba y sensor en un único aparato y que además se comunican entre sí permite a la bomba actuar ante determinados comportamientos de la glucemia y tomar decisiones. Esto es especialmente útil si tienes hipoglucemias inadvertidas, recurrentes, miedo a la hipoglucemia o eres muy sensible a la insulina. Por tanto, se la presupone como reductora de la frecuencia de hipoglucemias; o como mínimo, de la gravedad de estas.
  • Mayor comodidad al centralizar en un único dispositivo la gestión tanto del sensor como de la bomba de insulina.
  • Mayor adaptabilidad a los distintos acontecimientos de la vida diaria, ya que toda la insulina que se administra es un análogo de acción rápida. Las tasas basales pueden ser modificadas hora a hora.

Mis logros

Seis meses pendiente de mi nuevo juguete. Vigilándolo, probándolo… y como niño que aún soy, jugando con él. Pero todo con un único fin: mejorar la situación de partida de marzo de 2016 (que ciertamente no era fácil). Y creo haberla mejorado. Tengo claro que el éxito es por este dispositivo con muchas más posibilidades a la hora de administrar la vital insulina; algo clave para que la hormona consiga un efecto más plano y estable no sólo en las comidas sino a lo largo del día y ante distintas situaciones cambiantes y no previstas en la vida de una persona. Personalmente, tengo pendiente contaros a finales de este mes mi comparativa de los prejuicios con la bomba antes de tenerla y cómo estos han cambiado con el uso y el tiempo. Pero al margen de cuestiones relativas a prejuicios, comodidades, engorros y demás asuntos estéticos (que las hay), la efectividad de la bomba de insulina queda para mi fuera de toda duda.

Pantalla con las estadísticas del sensor de la MiniMed 640G
Reducir variabilidad y eliminar el fenómeno del atardecer eran mis objetivos principales. Y ambos han sido conseguidos.

Saboreando el futuro

Si tuviera que resumir mi sensación principal, diría que tener el Sistema MiniMed 640G al completo (bomba más sensor) te hace sentir que llevas lo que a día de hoy más se acerca a una bomba de bucle cerrado. Te hace estar mucho más tranquilo. Tu nivel de estrés diabético baja considerablemente. Más incluso que llevando cualquier otro sistema de medición continua, porque sabes que la bomba va a actuar ante previsión de hipoglucemia. Y sabiendo que en breve se lanzará su hermana mayor (la MiniMed 670G) con automatismo también en hiperglucemias. Básicamente creo que lo que más se valora al llevar este sistema integrado es una gran sensación de seguridad… mientras tengas también los sensores que hacen que la 640G pueda tomar decisiones. Como aspecto principal, insistir en la necesidad de mejorar la exactitud del Enlite porque la 640G lo merece y lo necesita. Podría sacarse mucho más partido si mejoramos esa exactitud del sensor. Sin embargo, hoy por hoy el sistema funciona muy bien.

Y finalmente no puedo evitar mencionar algo obligado y con lo que coincidirán a buen seguro todos aquellos pacientes que me lean: la imposibilidad de contar por el momento con la tecnología de medición continua por parte de nuestro Sistema Nacional de Salud español. El que quiera el Sistema MiniMed 640G al completo deberá costeárselo de su bolsillo en la parte de medición continua. Y al igual que sus competidores, sigue siendo un gasto mensual inasumible para muchos de nosotros. Esperemos que esto cambie… y sé que lo hará. De momento, tengo claro que este es un sistema altamente eficaz y que aunque por sí solo no garantiza nada (como ya he dicho antes, profesional médico y paciente son claves), es una potente herramienta para el tratamiento y ajuste de la diabetes tipo 1. Es un poco triste explicar en este blog que existe un gran sistema integrado para el control de la diabetes y que no podamos acceder a él de manera universal. Hablamos de salud y de evitar complicaciones futuras en una enfermedad que pasa factura con los años y que ha demostrado que cuanto mejor sea la glucemia media, menor es el riesgo a futuro. Me temo que debemos activarnos como pacientes demandantes e interactuar con nuestro Sistema de Salud y profesionales médicos (por supuesto de manera coordinada y con unos argumentos sólidos y documentados) para conseguir el acceso a herramientas tan potentes como las bombas de insulina en general y el sistema 640G en particular.

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