Bombas de insulina y prejuicios (segunda parte)

Los prejuicios de lo desconocido

Se ha cumplido ya más de medio año desde que realicé una entrada con el mismo nombre en la que listaba una serie de prejuicios relativos a las bombas de insulina. Hice aquel post porque por entonces comenzaba con la bomba de insulina y quería testar en mis propias carnes cuáles de esos prejuicios desaparecían con el conocimiento y el uso y cuáles se mantenían a pesar de todo. Como decía en aquella entrada (que se llamaba «bombas de insulina y prejuicios) «a veces creemos conocer algo y sin embargo, no sabemos mucho sobre ello. Es el caso de las bombas de insulina, aparatos de los que conocemos sus generalidades, pero sobre los que circulan muchos prejuicios derivados de la falta de información». En ese artículo decía que yo -como cualquiera- también tengo mis prejuicios… a pesar de ser un Jedi. ¿Estos seis meses han hecho que se desmonten o derriben? ¿Todos? ¿Alguno? ¿Ninguno?

Plumas de insulina
Han pasado seis meses sin recurrir a los que han sido mis compañeros durante tantos años.

Cazador de mitos

Decía en ese primer post sobre prejuicios que las bombas de insulina son dispositivos muy valorados, pero para el resto de la población con diabetes son grandes desconocidas. Y fruto de ese desconocimiento han creado a su alrededor una serie mitos y/o prejuicios. Los repasaré a continuación en el mismo orden que lo hice hace medio año, dando mi opinión a día de hoy y viendo si ha cambiado o no. Y lo haré al estilo de «Cazadores de Mitos» (MythBusters). En ese programa de televisión dos personajes a cual más estrafalario (especialmente el de la mini-boina ridículamente puesta) testaban y ponían a prueba mitos populares relativos a la ciencia sobre objetos y situaciones de todo tipo. Una vez probados, podían corroborar si el mito era cierto, o le asignaban el sello de «busted» (cazado) y por tanto era incierto. Yo haré lo mismo con mis prejuicios analizados allá por febrero en este mismo blog (si no has leído la entrada entonces,puedes leerla ahora aquí).

Cazadores de mitos, bombas de insulina
Logo MythBusters: Discovery Channel.

Me va a molestar

Es inevitable pensar que un aparato así va a molestarte en tu día a día. O como mínimo, va a resultar incómodo. ¿Lo es tras seis meses de uso? Si debo resumirlo en una palabra, diría que sí, es incómodo. Llevar las 24 horas del día esta caja y su tubo es de todo menos cómodo. En esta respuesta hay grados, acomodaciones personales, mayores y menores resignaciones o tipos de personas a las que llevar algo encima no les causa el más mínimo inconveniente. Pero yo creo que de manera objetiva, llevar algo como una bomba (que no es sólo la caja, sino también el tubo que la une a tu cuerpo) no es cómodo. Aunque debo reconocer que hay un proceso acomodaticio que va mitigando esa molestia hasta que la acabas aceptando y parece molestar menos. En mi caso ese proceso duró mucho; alrededor de cuatro meses. A partir de ahí mi cabeza empezó a encajar a la nueva compañera y una especie de resignación-acomodación se fue apoderando de mi, haciendo parecer menos molesto algo que objetivamente lo es por naturaleza. Pero cada vez que me agacho, que me giro, que me quito la ropa, que me la pongo, que meto la mano al bolsillo… tengo esa caja ahí y ciertamente me incomoda. Resultado: MITO CONFIRMADO.

Dormir con ella

Decía en mi anterior post que a pesar de que los usuarios de la bomba «manifiestan que dormir con su nueva compañera no es ningún problema, para el resto de los humanos tener una cajita atada un tubo que va pegado a tu cuerpo es sencillamente, una idea horripilante». Enganchada al pijama… suelta por la cama… muchas personas me han manifestado no tener ningún problema en este sentido. Nuevamente el carácter de cada uno modula una situación que objetivamente es molesta. Tras más de medio año con ella, debo decir que dormir con la bomba no es agradable. La notas. Tanto si la llevas enganchada a ti como suelta por la cama, incomoda en ciertos giros y movimientos involuntarios que las personas hacemos durmiendo. Personalmente, la opción de dejarla suelta me resultó abominable ya desde antes de estrenarla, así que me hice con una faja pensada para el deporte, llamada Flipbelt. Es un cinturón elástico lleno de agujeros que hacen las veces de bolsillos y en los que puedes meter objetos mientras haces deporte. Yo descubrí otro gran uso para ella, que es el de usarla para dormir con la bomba dentro. Eso permite llevarla totalmente pegada a ti y sin tubos a la vista, ya que quedan dentro de la faja. Realmente es cómoda de usar por las noches y me redujo enormemente la ansiedad de tener que dormir con la bomba, algo que a día de hoy me sigue sin gustar aunque mi cabeza la haya incorporado y asimilado a la rutina. En resumen, dormir con una bomba es molesto sí o sí, tal y como presumía hace seis meses… RESULTADO: MITO CONFIRMADO.

Te da más libertad que las plumas

En mi primer post decía que «esta es una de las frases más repetidas por quienes llevan una bomba. Una frase que, sin embargo, resulta especialmente chocante para quienes no la usan, que no pueden entender cómo el llevar algo a lo que debes prestar una continua atención puede otorgarte esa libertad de la que los bomberos se enorgullecen». Tras medio año de uso, entiendo que esa libertad a la que se refieren las personas con bomba de insulina se refiere más a una mayor disponibilidad de la medicación a la hora de necesitar insulina. En resumen, que puedes comer cuando quieras. Personalmente, y quizá debido a que soy una persona formal en cuestiones de dieta, eso nunca me ha parecido una grandísima ventaja. Pero luego en el día a día reconozco que tiene su comodidad el hecho de llevar siempre «puesta» tu medicación al alcance de dos clics. Por tanto, entiendo que ese concepto de «libertad» al que aluden las personas con bomba está mal definido. No sería libertad, sino una mayor comodidad. La libertad yo no la entiendo así. Como decía en febrero «…quizá unos y otros entienden el concepto «libertad» con dos acepciones diferentes…». Creo que los tiros van por ahí. Stricto sensu, una bomba no me da más libertad. Puedo tenerla igual cuando llevo mis plumas a todas partes, como hacía antes. Sin embargo, sí obtienes más comodidad (¿es eso libertad?) en la gestión de tu diabetes a la hora de comer en cualquier momento y lugar. RESULTADO: MITO POSIBLE (con condicionantes).

Exige más vigilancia y además continuada

Es habitual escuchar que la bomba de insulina requiere una vigilancia continua, algo que los no usuarios ven como un punto en contra. Objetivamente, una bomba sí exige más vigilancia de manera permanente. Comprobar que funciona, que hay infusión, que hay insulina suficiente, que el sensor (si lo llevas) está leyendo correctamente… a cambio, una pluma exige un pinchazo y punto. Evidentemente, la diferencia es notable. Además, una bomba suele requerir actuar sobre ella varias veces al día: basales temporales… bolos extra… modificaciones de la pauta… Una vigilancia más intensiva sí, pero porque la bomba lo permite. Sus mayores posibilidades llevan como consecuencia que requiere estar más pendiente que en una terapia en la que te pinchas y tus opciones han acabado: no puedes hacer nada. Por tanto, la respuesta es que sí, exige más vigilancia, pero hay que matizar que es precisamente consecuencia de una de sus ventajas: sus mayores posibilidades de control de la diabetes. RESULTADO: MITO CONFIRMADO.

Necesitas muchos conocimientos

Mi anterior post decía «…para quienes usan la terapia multidosis, la bomba es un aparato infinitamente más complejo que sus plumas de insulina». El nivel de conocimientos necesario para la terapia con bomba es visto por los no usuarios como un punto en contra. Aún siendo una terapia que todos tienen interiorizada como más potente que las demás, es vista incluso con cierta pereza por algunos pacientes debido a esos aparentes mayores conocimientos que exige. Hoy mi opinión al respecto es que no necesitas más conocimientos que los que pueda tener un paciente aplicado e implicado en terapia multidosis que maneja sus bolos, que conoce conceptos como el factor de sensibilidad, que hace sus correcciones, que sabe contar raciones… En resumen, una bomba de insulina exige los mismos conocimientos que una persona con plumas que hace lo que todos deberían hacer y que sabe lo que todos deberían saber en esa terapia: ser autosuficientes y gestionar ellos mismos su diabetes. RESULTADO: MITO CAZADO.

Deporte

¿Cómo hacer deporte con ella? ¿Molestará? Esta y otras muchas preguntas pueden surgirle a una persona que piensa en dar el paso a esta terapia. Pero ¿cómo ha sido mi deporte con ella estos meses?. Hay muchas personas que podrían contestar a esto mejor que yo porque son deportistas de mucho nivel (recuerdo ahora mismo por ejemplo a mis amigos Fernando Herrera o Patricia González, ambos del equipo de deportistas con diabetes Team-One). Ellos realizan deporte de manera muy intensiva y saben que su bomba no es un problema. Pero en lo que a mi respecta, debo comparar si este prejuicio me parece que tiene peso o es algo sin fundamento. Y debo decir que durante mis sesiones deportivas me ha molestado muy poco. Y no me ha supuesto ningún problema. Más al contrario, me ha permitido variar mi terapia sobre la marcha en muchas sesiones en las que las glucemias requerían tomar medidas, algo que no puedes hacer con terapia multidosis. Modificarte una basal a media sesión de resistencia o cortar la infusión son enormes (insisto, enormes) ventajas que sólo puedes conseguir con la bomba de insulina. Pero tenerla encima (que es el tema que nos ocupa) no ha sido molesto en mi caso gracias nuevamente a la banda Flipbelt (hay otras marcas, no tengo ningún interés lucrativo en esa en concreto, tan sólo cito esa porque la uso). Con una faja elástica de este tipo, he podido esconder la bomba y llevarla protegida, y a la vez accesible. Hay también ideas como las prendas de la marca sueca AnnaPS. Yo tengo dos camisetas suyas, y disponen de un bolsillo lateral en el que guardar la bomba y llevar el tubo por dentro gracias a los agujeros interiores de que dispone. Está muy bien y tienen mucha calidad, pero si quieres acceder a la bomba en la sesión deportiva, son mucho más incómodas que la banda elástica de cintura. Y en el caso de que tengas también la medición continua integrada, directamente son poco recomendables, ya que necesitas estar sacando la bomba continuamente para mirarla. En ese caso, nuevamente el cinturón es mejor opción. Por tanto, en el deporte (salvo quizá ciertas actividades con mayores condicionantes) la bomba no supone excesivos problemas y hay maneras adecuadas de mantenerla bien sujeta y disimulada. RESULTADO: MITO CAZADO.

Dónde guardar nuestra bomba de insulina
Lugares en los que guardar cómodamente la bomba de insulina.

¿Dónde llevarla?

Decía en febrero que este es sin duda uno de los prejuicios estrella de las bombas de insulina. Ciertamente, tras más de medio año de uso, debo admitir que mi problema no es tanto dónde llevarla sino sobre todo las posibles incomodidades que ocasiona (el primero de los puntos analizados en este post). El lugar para llevarla está claro; cerca del catéter. 60 cm. de tubo no dan para llevarla muy lejos. Por tanto, cinturón o bolsillo del pantalón son casi los dos únicos lugares en los que llevarla… si eres del sexo masculino. Porque sinceramente, la unión de un vestido y una bomba de insulina me parece que es complicada. Creo que los pantalones y los cinturones son el lugar más accesible y lógico para los de mi sexo. Además, hay que pensar en las numerosas veces que a lo largo del día accedemos a ella para manipularla y operar. A no ser que lleves la Accu-Chek de Roche, que se maneja al cien por cien desde su mando de control que es a la vez el medidor capilar. En ese caso, puedes esconder la bomba en las zonas más recónditas y oscuras de tu cuerpo acudiendo por ejemplo a soluciones como las prendas de la ya mencionada AnnaPS. Con esta bomba de Roche, la molestia puede verse minimizada y por tanto, las posibilidades de colocación son mayores al no tener que acceder a ella para nada. Una idea interesante para ciertas personas que debes valorar mucho si este tema te preocupa especialmente.

En mi anterior post hacía también alusión a épocas especiales como el verano en las que la poca ropa parece a priori dificultar la colocación de la bomba en un lugar cómodo o discreto. Algo que a mi personalmente me parece prioritario, pues no pertenezco al colectivo de «showmans de la diabetes». No la oculto, pero no la enseño gratuitamente. Soy de los que piensa que mi diabetes es mía y no de los demás. Por tanto, sólo la muestro al mundo cuando es absolutamente necesario. Pero en verano esta «exhibición» de nuestra diabetes es casi diaria. Playa… piscina… ir con poca o casi ninguna ropa es rutina en esta época del año. Y lógicamente es en los momentos de agua en los que la bomba se hace visible… y mucho. Si tu glucemia te lo permite, puedes desconectarla y ponerte el taponcito para cubrir el acceso a la cánula (lo que yo llamo «mi válvula de inflado»). Pero si no estás bien de cifras y necesitas llevarla contigo, tendrás problemas para esconderla. En cuestiones de diabetes, nunca me ha gustado enseñar algo que no considero secreto, sino sencillamente privado. Yo en ese aspecto soy discreto y no me gusta que me vean con ella. Pero por suerte soy de los que piensan que exponerse al sol en la playa supera en mucho lo recomendable, así que siempre voy provisto de camiseta especial para el baño, que protege también de los nocivos ultravioleta del sol. Por eso, fui feliz escondiendo mi bomba bajo esa camiseta. Y por supuesto, agradecí su sumergibilidad, ya que me bañé con ella muchos días en los que no me convenía quitármela por una u otra razón. ¿Me molestó durante los juegos y los baños en el mar? Creo que no es tanto molestar como sobre todo estar pendiente de ella. Preocupa un poco porque sabes que es algo que debe mantenerse en buen estado y cuesta mucho dinero. Y estás pendiente de ella. Al margen de eso, en ciertas ocasiones no sabes dónde meterla o qué hacer con ella. RESULTADO: MITO CONFIRMADO.

[Tweet «Prejuicios respecto a las bombas de insulina #diabetESP «]

Miedo a la cetoacidosis

En febrero dije que este es otro de mis prejuicios/miedos más arraigados. La terapia con bomba tiene como uno de los riesgos la mayor posibilidad de hacer cetoacidosis con relativa facilidad ante posibles fallos de infusión o errores de varios tipos, algunos humanos y otros derivados de la máquina. En mis siete meses con ella no he experimentado ninguna cetoacidosis (hay que tranquilizar diciendo que no son nada frecuentes), pero sí he tenido varias hiperglucemias por alguna razón que personalmente atribuí directamente a un problema con la bomba de insulina. Una mayor acumulación de cuerpos cetónicos que pude resolver rápidamente con la terapia de cetosis y que debemos tener tan memorizada como el teléfono de casa. Lógicamente, ese miedo lo sigo teniendo a día de hoy, porque sé que si eso me ocurriera algún día, no será por culpa mía, sino por alguna otra razón (a veces incluso desconocida). Por tanto… RESULTADO: MITO CONFIRMADO.

Viajar lleno de cachivaches

Este era sin duda otro de mis grandes prejuicios respecto a las bombas. Estos meses me han hecho demostrar que efectivamente, cuando tienes bomba de insulina y te desplazas fuera de casa debes llevar un completo kit que incluso ha sido motivo de mis fotografías en Instagram y que puedes ver aquí. Y si tu viaje es por unos cuantos días, necesitas un equipaje considerable. Es como decía en febrero, el precio a pagar por un mejor control. Este mito está clarísimo. RESULTADO: MITO CONFIRMADO.

Kit de la diabetes con bomba de insulina
El despliegue de material que debes llevar contigo cuando sales de viaje es realmente impresionante.

El proceso

Así denomino yo al ritual que precede a cualquier comida cuando se tiene diabetes tipo 1 y del que ya hablé en este blog. No tanto el proceso, pero sí los procedimientos con bomba son mayores. Sobre todo si llevas también un sistema de medición continua. Cambios del kit de infusión, de catéter, de reservorio, llenar este último de insulina (no en todas las bombas), procedimientos de iniciación de la bomba, cebado, desconexión… La bomba de insulina exige invertir un tiempo en procesos/procedimientos que supera en mucho al de la terapia con plumas de insulina. En mi post anterior decía que este mayor engorro que objetivamente es inapelable, se compensaría por unos mejores resultados en el control de la diabetes. Así es. No podemos evitar esos procesos, pero sí felicitarnos por las mayores posibilidades de gestión que ofrece la bomba de insulina. RESULTADO: MITO CONFIRMADO.

No sé si seré capaz

Comentaba en febrero que ser candidato a bomba no es sólo una cuestión de glucemias, hemoglobinas glicosiladas o hipoglucemias inadvertidas. Hay un requerimiento fundamental: actitud. Quien vaya a tener una bomba debe ser una persona aplicada, con ganas y con interés por su tratamiento. Debe estar dispuesta a prestar a la bomba la atención que requiere. ¿Seré capaz? es una pregunta recurrente entre quienes dudan en ponérsela. La respuesta es clara. Sí, serás capaz. El paso a la bomba es tremendamente fácil y si ya estás habituado a ciertos conceptos de gestión de tu terapia con plumas (sensibilidad, ratio insulina-HC, factor de corrección, etc.) tu paso a este mundo no supondrá el más mínimo problema. RESULTADO: MITO CAZADO.

Sólo si estás mal controlado

Otro de los prejuicios más arraigados. El concepto de bomba=último recurso es muy popular. Uno de esos contrasentidos de la vida. Se prescribe bomba a quien está mal controlado, pero no se piensa que se puede controlar mucho mejor a alguien con bomba que con plumas. Si de lo que se trata es de reducir gastos y complicaciones a la diabetes… no sería más lógico abrir más la prescripción en lugar de «premiar» con bomba sólo a quienes en muchos casos han fracasado con plumas quizá por su falta de implicación y voluntad? Algunas de esas personas también fracasarán con bomba. Sea como fuere, la realidad es que el prejuicio actual sobre ellas es que se ponen a personas mal controladas. Pero la realidad es que hay más tipologías de pacientes que acaban pasando a la bomba de insulina. Hay muchas razones para querer ponerse una bomba. Reducir hipoglucemias, variabilidad glucémica, hábitos de vida irregulares, embarazo… Yo por ejemplo… ¿estaba mal controlado? Considero que no: tenía unas hemoglobinas correctas, pero con una variabilidad poco saludable, con un fenómeno del atardecer muy notable y con muchas muchas hipoglucemias. ¿Sólo mal control para poner una bomba? Ese concepto es muy maleable. No nos quedemos únicamente con la HbA1c como único tótem del control de la diabetes. Por suerte, ya se está viendo que hay más cosas que vigilar. En cualquier caso, habla con tu endocrino de tú a tú. Él es el prescriptor sí, pero quien tiene que seguir una terapia de por vida eres tú. Consensuar tratamientos es un derecho que te asiste. Ojo, que no hablo de barra libre y de «yo quiero esto porque sí». Al final, quien tiene la última palabra suele ser lógicamente el profesional médico. Pero sí estás en tu derecho de discutir sobre tu terapia y consensuar lo que mejor te puede permitir controlar tu diabetes… si es que tu endocrino quiere, porque también hay casos de personas que por diversas razones, evitan sacar el tema de la bomba: falta de preparación, equipo humano, recursos del centro de salud u hospital, ausencia de motivación, inercia terapéutica… RESULTADO: MITO POSIBLE (depende totalmente del profesional o equipo médico que te haya tocado).

Mejorará mi diabetes

Uno de los mitos estrella de las bombas de insulina. ¿Una bomba mejora automáticamente el control de la diabetes? Es cierto que tienen múltiples posibilidades de administración de la insulina y dan muchas más combinatorias en las pautas, pero ¿eso implica una mejoría automática de la diabetes para ese paciente? Por supuesto que no. El paciente es el 50% del éxito de una bomba de insulina. Necesita ser disciplinado y tener los conocimientos adecuados. Es cuando juntas ambas cosas (paciente implicado y bomba de insulina) cuando las posibilidades de éxito son mucho mayores (aunque tampoco automáticas). Sabemos que en diabetes dos más dos no siempre suman cuatro. Por eso, no podemos establecer como consecuencia lógica y esperable que la bomba mejore el control.

Perfil diario medio y desviación estándar de las glucemias
Mi gráfico de patrones muestra mejoría, no tanto en la media como sobre todo en la desviación estándar de las glucemias.

¿Qué ha ocurrido conmigo? De tener glicosiladas entre 6,2% y 6,5% (inmediatamente antes de la bomba) he pasado a valores de 5,5% y 5,9%. Estos son las dos últimas analíticas obtenidas durante mi aún corta vida con ella. Una mejoría importante en valor absoluto si miramos la HbA1c, pero sobre todo (y eso no se ve ahí) en una drástica reducción de la variabilidad glucémica, con una gráfica diaria media que agrupa los percentiles en una franja mucho más fina que antes con las plumas y que puede verse en el gráfico adjunto. No estoy muy a favor de hacer públicos datos de la diabetes de cada uno porque creo que a veces en vez de motivar puede resultar decepcionante para otras personas por no poder conseguir esos objetivos. En esta ocasión lo hago para ilustrar lo que estoy comentando. Por tanto, en mi caso es objetivo conseguido. ¿Me ha mejorado mi diabetes? Sin duda. Pero no es un resultado automático. Así que la conclusión tendría matices o asterisco. RESULTADO: MITO CAZADO.

Puedo comer lo que quiera

Otra idea muy arraigada. Es cierto que la bomba de insulina permite mucha flexibilidad en la administración de la insulina, y por tanto controla con más eficacia los picos glucémicos de muchos alimentos. Pero como decía en febrero, eso no debe abrir las puertas a que sus usuarios coman de todo o aporten a su dieta alimentos inadecuados. Yo he seguido comiendo lo mismo, haciendo lo mismo, controlando mi diabetes igual que antes. Lo que sí he notado es menos miedo a la hora de administrar dosis o mejor dicho, de calcular raciones. La tendencia natural a quedarse corto contando raciones desaparece con la bomba, ya que permite modos de administración que hacen perder el miedo a la insulina. Por ejemplo, mis frecuentes hipoglucemias post-comida al poco rato de comer (parece que derivadas de un lento vaciado gástrico) me hacían tener bastante miedo a realizar cualquier actividad en las dos horas posteriores a la comida hasta ver qué ocurría con la glucemia. Pero la bomba me ha permitido ser menos miedoso a la hora de calcular esas raciones. Y por tanto, ajustar mejor las glucemias y evitar picos post-comida que casi han desaparecido de mi diabetes. ¿Pero eso me permite comer lo que quiera? Rotundamente no. Un extra es un extra, ya sea con plumas o con bomba. Pero para ser considerado extra, debe ser algo muy poco frecuente. RESULTADO: MITO CAZADO.

[Tweet «¿Cuáles son los mitos/prejuicios de las bombas de insulina?»]

En conclusión

En mi artículo de febrero concluía diciendo que en mi estadística personal había podido comprobar que la mayoría de las personas con bomba que conozco están tremendamente satisfechas con su terapia. Y eso me hacía pensar que los prejuicios son muchas veces o intrascendentes o desmontados con el conocimiento y el uso. O en otros casos compensados con los beneficios obtenidos. ¿Dónde me situaría yo en este colectivo de usuarios de bomba? ¿Entre esos que opinan que «la bomba es lo  mejor que me ha pasado en mi vida de diabetes»? ¿Entre los que dicen que simplemente les va bien y han acertado con el cambio? ¿Entre los que dicen que es un incordio y no les gusta nada?.

[Tweet «»La bomba de insulina tiene un lado luminoso y un lado oscuro»»]

Siempre me ha parecido una hipérbole lo de que una bomba te pueda cambiar la vida. Sigo sin entenderlo a día de hoy tras medio año usándola. Si tuviera que volver a las plumas, lo haría sin grandes dramas, porque creo que son más cómodas en el día a día, pero a costa de una posible mayor dificultad en el control de la diabetes. A mi la bomba no me ha cambiado la vida. Si acaso, incluso me la ha complicado un poco con su parafernalia, sus procedimientos y rituales diarios. Pero sin duda es una terapia efectiva y permite mejorar en casos también como el mío, donde no era fácil mejorar porque partía de un control tradicionalmente considerado como bueno. Personalmente, diría que soy de los que dicen que la bomba de insulina es incómoda pero les gusta por lo que consiguen con ella. La resumiría llamándola «engorro útil». Sus inconvenientes (algunos los he manifestado hoy aquí) quedan medianamente eclipsados por sus ventajas. Como Jedi que soy, diría que la bomba de insulina tiene un lado luminoso y un lado oscuro. Tiene cosas buenas (muy importantes, porque atañen a tu salud) y cosas malas (que son inconvenientes en tu día a día; incomodidades con las que tienes que aprender a convivir). ¿Es una balanza equilibrada? está claro que no y gira a favor de las ventajas. Siempre debe ganar tu salud sobre cualquier otra cosa. Por ello, un dispositivo que te permite mejorar tu diabetes y por tanto, reducir o minimizar las posibilidades de complicaciones derivadas de la enfermedad es algo demasiado importante como para enfrentarlo a la incomodidad, el engorro y los continuos procedimientos de la bomba (que los tiene, y muchos). Que se me marque la bomba en mi camiseta entallada es una auténtica estupidez si la enfrentamos al hecho de que ahora mi diabetes esté con un 5,9% de HbA1c y mi variabilidad glucémica es muy baja.

Había un antiguo spot de televisión en el que un hombre dejaba probar un detergente a una mujer y días después le preguntaba: «Ahora que lo ha probado, me lo llevo. ¿Va a seguir utilizando su antiguo detergente?». Y ella respondía sin dudarlo «No, no. No se lo lleve. Yo desde ahora me quedo con el nuevo detergente XXXX porque lava mucho más blanco». Yo de momento me quedo con mi nueva bomba de insulina. Lava más blanco y aún siendo incómoda, el resultado en mi ropa es sin duda mejor. De momento, me quedo con el nuevo detergente.

Bombas de insulina y prejuicios ¿Estás de acuerdo con mis conclusiones? ¿Añadirías alguna? ¿Cómo te cambiaron a ti los prejuicios al pasar a la bomba de insulina? Déjame tu comentario. Y comparte esta entrada en tus redes sociales si te ha parecido interesante.